Pobres, feos, sin talento, burocráticos, inhumanos y gays. Son unos gays, no son más que un contubernio de gays. Estas oraciones han sido hechas por un sujeto directo, más sujeto que directo, por un representante, y no, no las firma Mino Raiola, el deslenguado agente de Ibrahimovic, ha sido su colega Michael Becker, que en teoría lleva los asuntos de Ballack. Digo en teoría, porque despachándose con estas maneras y quedándose tan pancho, flaco favor le hace a su representado este mal hablado viperino.
Y las ha hecho como leen, sin pelos en la lengua, cargando con esa dureza e irrespetuosidad contra los jugadores de la selección alemana que dirige Joachim Löw. Y también contra los dirigentes de la federación germana. Apostillando que el nuevo estilo de los teutones es un símbolo de esa homosexualidad. Se desconoce si a estas horas el tal Becker sigue rajando sobre el tema, o Ballack le ha cambiado la ginebra por esparadrapo y un pasaje para el atolón de Mururoa.
Está uno un poco harto de las pataletas de estos chiquilicuatres de representantes, que no hacen sino engordar sus cuentas y sus panzas, y hacer declaraciones babosas y degradantes tan sólo al alcance de mequetrefes manipuladores para tratar de conseguir sus rastreros objetivos sin reparar en vilipendios y calumnias. Coincide además, qué casualidad, que acostumbran a hacerlas cuando sus jugadores no dan más de sí o están medio acabados, ¿por qué será?. Como decía mi abuelo: “oveja que ballack, bocado que pierde”.
Y al hilo de hartazgos y homosexualidad, desconozco si Cristiano es un icono gay, ni tan siquiera me va, ni me viene, pero también satura y hastía contemplarle en las portadas de periódicos madrileños supuestamente deportivos, saliendo en calzoncillos, una vez sí y otra también. O debería decir en “ropa íntima” como escriben los susodichos con gran riqueza tipográfica, aunque también podrían llamarlos calzones o gallumbos, que por lo menos sonaría un poco menos “mariposón”.
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