Ni la abrumadora posesión azulgrana, que por momentos rozó el 75%, ni el ficticio doble pivote, conformado por Busquets y Mascherano, donde ayer volvió a quedar patente quién es el verdadero “jefecito”, ni las genialidades de Iniesta, más podrigiosas que efectivas, ni tan siquiera la reaparición del mejor jugador del mundo tras su lesión, “patrimonio del fútbol”, pudieron abrir el cerrojazo tártaro.
Los campeones rusos se acogieron a lo de no hay dos sin tres, y tiraron de la misma épica, con idéntica cohesión de líneas, con un fútbol demasiado afanoso, crudo, amalgamado, ultradefensivo, y con un devoto entrenador que reza el rosario, mientras Pedro estrella su vaselina en el larguero. La resistencia del este doblegó al asedio culé, por más que la tocasen una y otra vez sobre el magnífico césped de Kazán, parecía misión imposible contra cinco zagueros, dos pivotes y tres puntas defensivos que se replegaban y sobreprotegían al guardameta Ryzhikov.
Los dos tantos del choque llegaron por igual vía, la misma zona del área, idéntica barrida del defensor a la pierna del atacante, sendos penaltis, y cuasiparadas de los cancerberos, pero ambos acabaron en el fondo de las mallas. Noboa y Villa dejaron las tablas definitivas en el marcador, a pesar de que el Barça tocó arrebato en los minutos finales, abanderado por un vertiginoso e incisivo Messi. Los rusos se volvieron a ir de rositas, rosarios mediante.
Y pueden torcerse, no en vano los tártaros son el único equipo al que no ha logrado vencer el Barça de Guardiola. Hasta cinco puntos de seis posibles sustrajeron a los culés la temporada pasada, en dos encuentros a priori sencillos, pero que se complicaron por diversas circunstancias, una de ellas el intenso frío. Pero si en aquella ocasión la temperatura no sirvió como excusa, menos hoy, que se espera un tiempo cálido para recibir a la expedición azulgrana. Un FC Barcelona que buscará hoy asegurarse los tres puntos y de paso anotar el gol 400 en competiciones europeas.
No entiendo qué hace este individuo jugando al fútbol, al deporte rey, cuando debería estar practicando alguna variedad judoca, y menos aún comprendo cómo la hace en un club histórico como el Athletic, tradicionalmente integrado por futbolistas de garra, fogosos, sobrios, impetuosos y con sangre en las venas, pero no violentos, (abstracción hecha de Andoni “el carnicero” Goikoetxea, que es la excepción). 
Y toda esa magistral lección de conducción bajo la presión incesante de Vettel desde la salida y durante las siguientes dos horas, buscando el error de Fernando, que no llegó. Con esta cuarta victoria en esta temporada se pone segundo en el Mundial, a sólo once puntos de Webber, que sigue liderándolo. Y que aquí acabó siendo tercero, tras echar de la pista a Hamilton en un toque fortuito, por detrás de su compañero de escudería, Vettel. Los dos Red Bull tienen un coche igual o mejor que el de Ferrari, y se postulan como los dos máximos rivales en la lucha por el título, sin olvidarnos de Hamilton, que ha bajado algunos enteros tras quedarse en blanco en tres de las cuatro últimas carreras. Está todo muy abierto, se va a decidir por pequeños detalles. La próxima estación Suzuka promete emociones fuertes, pues los “energéticos” austriacos tienen ventaja al ser un circuito muy revirado.
El Barça volvió a dar un recital de fútbol de calidad, y dio un golpe de autoridad imponiéndose en el difícil campo de San Mamés, dominando de cabo a rabo el partido e imponiéndose a un bravo Athletic por 1 a 3, que no “regaló” nada como insinúa algún insolente portugués. El FC Barcelona gana por merecimientos propios sobre el terreno de juego. No le den más vueltas.
La solución vino del que todos esperábamos, Villa. El “Guaje”, tras varios intentos frustrados y todavía con ciertas dosis de ansiedad, mandó a la lona al equipo donde se formó, de un derechazo cruzado nada más comenzar la segunda parte. Gol que a la postre sería determinante –el 1 a 0 ya sería definitivo-, pues supuso la primera victoria del Barça en su feudo esta temporada y tres puntos valiosísimos. 
Y no será por falta de ocasiones, las hay de todos los colores y para todos los gustos, a veces tan claras y meridianas que las podría meter hasta mi sobrino de cuatro años. Pero cuando la pelotita no quiere entrar, pues no entra, incluso cuando sólo se trata de empujarla. Así hemos visto multitud de situaciones ensayo / error en las tres jornadas ligueras disputadas y por qué no decirlo hasta en el partido de Champions contra el Panathinaikos, pues a pesar de hacerles “una manita” se fallaron como media docena de goles cantados. 
Tras una racha de resultados adversos cosechados en el Calderón ya les toca a los azulgranas alzarse con la victoria. Máxime tras el traspiés sufrido ante el Hércules, al que hay que añadir el triunfo con suerte del Madrid en Anoeta. Es hora de poner a tope los cinco sentidos y toda la sapiencia futbolística sobre el césped.
Al argentino no se le puede medir con nadie, porque nadie le aguanta el ritmo, se suceden uno tras otros los sonrojados en estos duelos. Ya quedaron retratados unos cuantos con parangones precedentes. La primera comparación odiosa que tuvo que soportar Messi fue la de Robinho, que no le aguantó ni unos meses porque el brasileño hizo una temporada nefasta; luego le tocó el turno a Robben, que fue el que mejor perder tuvo, afirmando que “Messi era el mejor del mundo, un extraterrestre”; la temporada pasada le tocó a Cristiano, al que ya había descosido en la final de Champions en Roma contra el Manchester. Tocado. Y al que acabó de romper la temporada pasada con unos números estratosféricos y una liga que se decidió al final en favor del Barça con un Messi estelar. Hundido.
El Barça abre el fuego esta noche, en el Camp Nou, ante los griegos del Panathinaikos, con la obligación de resarcir a la afición tras el accidente del pasado sábado ante el Hércules. A priori dar una alineación inicial conociendo a Pep es cuestión harto complicada, pero se puede intuir que el momento no es susceptible de probaturas experimentales, y que los azulgranas saldrán con toda la artillería y el once de gala formará de partida. 
La ÑBA no reeditará su título de campeona del mundo, quizás tampoco habría sido justo, han perdido tres partidos y han ganado cuatro, escaso bagaje para subirse al podium final. Para justificar el palo recibido, trataremos de no mencionar en este artículo las palabras triple estratosférico y Pau Gasol.
Pero claro Argentina se lo tomó como una final, como si jugase la del Mundial, que no pudo jugar. En contraposición con La Roja, que salió con la misma displicencia que mostró su entrenador, Del Bosque, cuando decidió sacar una alineación distinta de la titular, sobre todo en la retaguardia, en la que a un disperso Piqué lo acompañaron jugadores con los que no te jugarías unos octavos de final como: Arbeloa, Marchena, Monreal o Reina.
Pero lo del “filósofo” da pie a hablar de la filosofía de su nuevo club, la del Milán, porque la de cantera que lleva el sello Barça es hoy por hoy inmejorable. Pues bien la de los milanistas era en otros tiempos la de fichar a lo mejorcito del panorama futbolístico y luego pasó inexplicablemente a contratar a cualquier futbolista en declive que sobrepasaba los treinta y tantos. Lo cual ha redundado en la no consecución de títulos relevantes en los últimos siete años. Ahora parece que trata de cambiarla, y le da por los fichajes díscolos, así se hizo con los servicios de Ronaldinho hace dos años y este ha querido sumar dos cromos más (Ibra y Robinho) a esta peculiar colección. 
El último entorchado se lo llevó el FC Barcelona, que tuvo que hacer 99 puntos para conseguir el título y colocarlo en las vitrinas del Camp Nou. Y fue una liga terriblemente dispar, porque la diferencia entre los dos primeros – Barça y Madrid- fue abismal con respecto a los demás, estratosférica, si me apuran. Pareció una liga mano a mano entre estos dos y otra que disputaron el resto de equipos. Aún puedo recordar carcajadas intrínsecas resonando en mi interior cuando algunos iluminados decían que el Sevilla era el tercero en discordia y que plantaría cara a los dos grandes hasta el final. Era impensable, pero algunos audaces apostaban por ello. De todas formas es respetable, la ilusión también es parte sustancial del juego.