Si
hace un par de días se hablaba en Can Barça de la igualada
del récord de imbatibilidad tras 38 partidos consecutivos sin
conocer la derrota en liga, si inclusive algunos jugadores azulgranas
hablaban del posible triplete, en definitiva que casi se rozaba el
cielo futbolístico, ayer en el Olímpico de Roma, otrora campo
divino para los culés donde se levantó una Champions, el FC
Barcelona descendió a los infiernos en un partido para olvidar
ante el A.S. Roma, pero que quedará en la historia para
siempre por el ridículo infame que protagonizaron los jugadores de
Valverde sobre el césped romano. Dilapidaron una renta de
cuatro goles a uno sin prácticamente hacer nada de nada en todo el
encuentro. La nada absoluta. Y eso es lo que queda en el sentimiento
de millones de aficionados que vieron absortos e impávidos como los
suyos exhibían su displicencia en la capital italiana.
Nadie
se salvó de la quema, ni tan siquiera Messi, que tuvo una de
las peores noches que se le recuerdan en el Barcelona. La defensa
hizo aguas, Busquets tocado estuvo irreconocible, la medular
no controló el partido, ni Luis Suárez mostró su inherente
pundonor, ni tan siquiera Iniesta estuvo reconocible. Así con
este panorama solo se jugó a lo que quiso la squadra
giallorossa salieron a morder desde el inicio y no se
detuvieron hasta lograr los tres tantos que les clasificaban para
semifinales. Dzeko, pesadilla para los centrales
barcelonistas, De Rossi, de penalti, y Manolas a la
salida de un córner, dejaban fuera al cinco veces campeón de
Europa.
Ahora
tocará a las mentes brillantes del barcelonismo buscar los remedios
a tantos males. La plantilla no ha sido lo amplia y con la calidad
deseada, así los titulares se han cargado de minutos, llegando medio
quemados al mes de abril. El desgaste ha sido evidente. Tampoco los
casi 300 millones invertidos en Coutinho y
Dembelé han contribuido en nada, el brasileño no podía
disputar esta competición, y el francés salió del banquillo cuando
quedaban diez minutos, con una incidencia nula. Con todo y a pesar
del varapalo toca levantarse, Liga y Copa están esperando y todavía,
pese al resquemor actual, la temporada puede ser magnífica.
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