El FC Barcelona consiguió resolver una papeleta difícil en Nervión, con una victoria de mérito en el Pizjuán, por 2 a 3, ante un correoso Sevilla CF. El triunfo tiene mucho valor, pues fue donde el Madrid cayó hace dos semanas, se logró después de remontar un 2-0 en contra, y lo más complicado, cuando en el minuto 88 se iba perdiendo.
El Barça empezó mejor que el conjunto de Míchel, pero la falta de pegada le pasó factura. Messi no estaba fino y no se iba de sus pares. A esto se unía que Alves y Alba no rompían por su carril, al toparse con unos extremos demasiado abiertos, como Alexis y Pedro. Eso facilitó el juego duro de los locales, que se suelen emplear al límite del reglamento, y que acabaron con uno menos, cuando Mateu Lahoz expulsó a Medel por comportamiento antideportivo.
Los andaluces presionaban y salían a la contra, en una de ellas llegó, con fortuna y tras varios rechaces, el gol de Trochowski. Los culés se desconcertaron y perdieron presencia hasta el descanso. A los tres minutos de la reanudación llegó el gol de Negredo, que parecía la sentencia, el de Vallecas evidenció las carencias de Song en la zaga, y batió a Valdés de efectiva vaselina. Paradójico resultó que el Barça jugase con dos medios reconvertidos a centrales y el Sevilla alinease a media defensa formada por canteranos de La Masía.
Cesc salió al rescate, volviendo por sus fueros y recordando al líder gunner del Arsenal, acortó distancias en el 53 de un formidable zurdazo, ajustado a la cepa del poste. E igualó la contienda en el 89, tras precisa asistencia de Messi. En el descuento el argentino dio otro pase mágico a Villa, para que el guaje anotase el tanto de la victoria. Sufridísima a la par que merecida, que mantiene al líder con seis triunfos en otros tantos encuentros y que le permite llegar al clásico manteniendo su amplia ventaja.