El
FC Barcelona puso fin a la incertidumbre de quién sería
campeón de la Liga 2018-2019. Por si acaso alguien albergaba alguna
duda. Derrotó, en el partido clave, al Atlético de Madrid
por 2-0 y lo dejó a 11 puntos (más el golaverage) cuando tan
solo restan 7 jornadas por disputarse. Una absurda autoexpulsión del
acelerado Diego Costa a la media hora de juego propició un
encuentro aún más cómodo para los de Valverde. Los locales
dominaron de cabo a rabo el duelo entre primer y segundo clasificado, pero no
definieron con acierto en los metros finales y el suspense se mantuvo
hasta los minutos postreros.
Oblak
se hizo grande en el Camp Nou y mantuvo a raya los remates
de los jugadores azulgranas. Fue el mejor de los suyos y puso en
jaque a los atacantes culés. Ya en el primer acto sacó una mano
prodigiosa a tiro de Coutinho, si bien pudo haber encajado si
Jordi Alba hubiese tenido más puntería y no se hubiera topado con el
poste en un mano a mano, tras asistencia magistral de Messi.
Costa
se acordó repetidamente de la madre de Gil Manzano y este no
tuvo más remedio que enviarlo a los vestuarios. El Barça
contemporizó un tanto y ya no inquietó a la sólida defensa
colchonera en la primera parte. Tras la reanudación los locales buscaron sentenciar el
partido y LaLiga. La contención rojiblanca, que practicaban
en la medular: Koke, Thomas, Saúl y
Rodrigo, bajó enteros. Entre otras cosas porque Simeone
hizo cambios obligados y retrasó a Thomas y a Saúl a los laterales.
Cuando
discurría el minuto 85 y el “cerocerismo” parecía inexorable
llegó el derechazo con rosca de Suárez. Puro veneno llevaba
el balón que lamió el poste y que supuso el primer gol para el
Barcelona. Un minuto después, Messi, ¿quién si no?, regateaba a
varios defensas atléticos para anotar el de la sentencia, con un
disparo sutil y envenenado, igual de tóxico que el de Luisito. Otra
liga más para el Museo. Y ahora a por el United en la
Champions.
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