Este
FC Barcelona de Valverde nos está acostumbrando a un juego de
más contención, menos vistoso. Más pragmático. Un conjunto el
azulgrana que se impuso 0-2 en Eibar ante un equipo que le
disputó el esférico, que lo tuvo contra las cuerdas, pero que
sucumbió ante el empuje y la solidez de este otro Barça. Ese Barça
que contemporiza, que te sujeta con una zaga consistente, con un
Piqué imperial y con un titánico Ter Stegen. Y arriba la pólvora
ofensiva de Messi, o como en este caso Luis Suárez.
Un
asistencia al espacio del rosarino sirvió en bandeja el tanto
inaugural del killer uruguayo. Se cumplía el primer cuarto de
hora y el Barça se adelantaba en el electrónico ante un buen Eibar,
que demostró que su posición en la tabla clasificatoria no es
casualidad, y que los métodos aguerridos de Mendilibar les cunden a
sus chicos.
El
tanto de Suárez demostró a los armeros que no bastaba con ser
descarado y dominante para noquear al líder. Un líder que,
abstrayéndose del partido contra el Chelsea, puso a su once de gala
en Ipurua, dejando en el banquillo casi 250 millones de euros pagados
por Coutinho y Dembelé. Tras la reanudación los locales siguieron
inquietando al Barça, pero la estulticia de Orellana -autoexpulsado
con dos amarillas de juvenil- les dejó en inferioridad ante un
equipazo que ya no perdonó con el gol de la sentencia, de Jordi Alba
en el 88. Valverde obtuvo lo que quería, los tres puntos y mantener
al Atlético a 7 puntos.
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