El FC Barcelona cayó 2-0 en La Rosaleda, tirando la liga de una manera
estrepitosa y poniéndosela en bandeja al Madrid. La gravedad del asunto radicó
en que se conocía que el eterno rival había cedido un empate ante el Atleti en el Bernabéu, pero ni por esas
los pupilos de Luis Enrique tuvieron las agallas suficientes para ganar y
ponerse líderes de una competición, que ahora, a falta de siete jornadas para
la conclusión se antoja una quimera.
Y es que, a tenor de lo visto, el
Barça no parece querer ganar esta Liga. Sigue sumando decepción tras decepción,
y acumulando ocasiones perdidas, que desesperan al culé más pintado. Para más
inri inauguró el marcador para el Málaga
un ex del conjunto azulgrana, un resentido que no dejó un euro en caja y
celebró el gol como si hubiese ganado algo, un tal Sandro. De desagradecidos
está el mundo lleno. Y cerró la debacle Jony en el último minuto, cuando ya el
Barça jugaba a la desesperada y con un hombre menos por la expulsión de Neymar.
André Gomes prosiguió dilapidando el
poco crédito que le resta, fue indolente, lento y no tuvo presencia. Algo que
ya no sorprende en absoluto. Para colmo tuvo la ocasión más clara, solo delante
del portero y se durmió en los laureles. Claro que no se puede personalizar la
derrota en el portugués porque todos estuvieron a un paupérrimo nivel, impropio
de un conjunto que aspira -o aspiraba- a otro triplete. Porque si hablásemos de
Mathieu y de Denis Suárez diríamos otro tanto de lo mismo. Entre todos se
conjuran para alejar al Barça de su verdadera idiosincrasia y por ende, también
del título liguero.
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