El FC Barcelona solventó su partido contra el Zaragoza y contra el dichoso virus FIFA. Los maños se llevaron un 4-0, pero el marcador pudo haberse duplicado perfectamente, puesto que los azulgranas dominaron el choque a placer. Valdés, al que nadie ha hecho un gol en el Camp Nou esta temporada, fue un espectador más.
El Barça, decidido a sentenciar cuanto antes mejor, fue un torbellino en ataque, las ocasiones se sucedían una tras otra. Pero unas veces las imprecisiones, otras el portero Roberto y algunas los defensas aragoneses, impedían que los de Guardiola abriesen la lata. Tuvo que ser Piqué, a la salida de una falta sacada por Xavi, el que inaugurase el luminoso en el minuto 18, de perfecto testarazo y tras la ayuda del bloqueo de Puyol.
El capitán azulgrana estuvo muy activo toda la noche, tanto en tareas defensivas como en las ofensivas, sumándose en varias ocasiones en ataque en jugadas a balón parado. En una de ellas lograría empujar el balón al fondo de las mallas. Antes Messi había convertido el tanto de la tranquilidad al borde del descanso, tras perfecta asistencia de Fàbregas.
El argentino volvió a jugar todo el partido, contraviniendo la opinión de los que pensamos que debía haber descansado, al menos unos minutos, tras su viaje transoceánico desde Colombia. La cuarta diana la anotó Villa, que había salido en sustitución de un brillante Cesc, que no tuvo el premio del Guaje, pues a pesar de que buscó el gol, no lo encontró. El asturiano cabeceó en plancha un centro de Cuenca.
Iniesta que sustituyó a Alexis, buscó el quinto entre el enjambre de avispas que dispuso el Vasco Aguirre en el Estadi, pero las patadas y tarascadas de los negro-amarillos le impedieron progresar. Gustaron los detalles de Cuenca, que hizo las delicias de los aficionados con ruletas y regates de fantasía, en contraposición con la poca aportación del chileno Alexis. Máxime cuando uno viene de la cantera y el otro llega con la vitola de mejor jugador del Calcio italiano, y previo pago de 38 millones de euros.