Ganó
el FC Barcelona al Osasuna (1-0). Era el primer partido desde la
despedida en diferido de Xavi, anunciando que deja el puesto de
entrenador en junio. El egarense vio la mejora tras su anuncio, el resto no la observamos.
Tan solo percibimos un Barça ramplón, sin demasiado alma y con menos fútbol del
habitual. Era lo esperado, no cambia un conjunto de la noche a la mañana sin
cambio de entrenador mediante. Tampoco lo hace por reunirse los jugadores a
comer para hacer piña. Los locales vieron un Barcelona espeso, muy lento en determinados
momentos y con algunos jugadores sin la chispa necesaria ni la calidad
individual que se les presupone.
Era
el partido aplazado por la Supercopa y el Lluís Companys asistió entre
tibio y frío a los compases iniciales, en los cuales se lesionó Ferrán
Torres, para aumentar a nueva la enfermería azulgrana. Salió Fermín
en su lugar y el chaval fue el único que le puso intensidad al choque. Los
demás desplegaron una mezcla de displicencia y de fútbol al tran tran. Algunos
pitos y muchas dudas se apreciaron en el estadio olímpico. Los barcelonistas no
generaron ocasiones dignas de mención, los pamplonicas se defendieron con mucho
orden y el “cerocerismo” al descanso era lo más justo. Arrasate no
imaginaba un duelo tan plácido.
Tras
la reanudación poco o nada cambió. Otra vez un Barça muy plano y trabado.
Primero pitos del respetable. Xavi también los oyó y puso en liza a Vitor
Roque a la hora de juego. Fue llegar y besar el santo, “Tigrinho” orientó a
la perfección de cabeza un centro medido de Cancelo. Solo llevaba medio
minuto en el campo y su tanto desatascaba su existencia -no había marcado desde
que llegó de Brasil- y la del Barcelona, que se aferró como una lapa a ese
solitario tanto para maquillar sus miserias y conseguir tres puntos vitales en
estos momentos de la liga. Le costó defenderlos, puesto que Raúl García rozó
el poste con un gran disparo y dos balones parados en el último minuto pusieron
taquicárdicos a más de un culé. La victoria no es indicativa de nada, solo es
un pequeño paso para el equipo y, posiblemente, uno más grande para Vitor
Roque.
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