Cayó
el FC Barcelona en su visita a
Vallecas. Tenía toda la pinta en la previa y al final se confirmó. El Rayo Vallecano confirmó el buen
quehacer de su técnico Andoni Iraola
y se impuso por 1-0 al otrora todopoderoso Barça. Como no hay quinto malo, los
locales lograron su quinta victoria consecutiva en casa, afianzándose en la
parte alta de la tabla, ante un ramplón equipo azulgrana, al cual sobrepasaron
en el terreno de juego y en la clasificación liguera. Consiguiendo, sin
proponérselo, la destitución del técnico Ronald
Koeman.
Paco Jémez, ex entrenador rayista, en sus labores
de comentarista apuntó dos de las claves de este funesto Barça. Se ha vuelto
previsible, comentaba el técnico palmense, y Coutinho es un mediocampista que
ralentiza el juego barcelonista (por no decir que es más malo que la carne de
pescuezo). Y esa previsibilidad es lo que atenaza al Barcelona. Lo ahoga. Lo
descoyunta. Lo vuelve inane. Tras el varapalo del clásico tocaba reaccionar
ante los franjirrojos, pero ni por esas urgencias ni por otras. Dest, al igual
que contra los merengues, volvió a fallar un tiro a puerta vacía. Así no hay forma,
sin gol no hay paraíso.
La
presión alta de los locales hizo que el Barça fallase más de lo habitual,
incluso Busquets, que no lo suele
hacer. El de Badía se durmió en la medular y un avispado Trejo le robó la
cartera, para asistir a Falcao, que
recortó a Piqué y batió de tiro cruzado a Ter Stegen. Al contrario que los
atacantes azulgranas, “El Tigre” no falla. Los visitantes acusaron en exceso
ese tanto. Con ese 1-0 se llegó al descanso.
Tras
la reanudación los barcelonistas mejoraron sustancialmente. Acosaron con
insistencia la portería de Dimitrievski.
Primero Agüero, luego Depay,… pero el gol no llegaba. Ni de penalti pudo ser. Memphis tuvo una pena máxima para empatar
el duelo, pero se topó con el guardameta rayista. A perro flaco todo son pulgas
y el Barça acabó consumando su segunda derrota consecutiva, que lo deja como un
equipo vulgar en el medio de la nada.
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