Era
un partido crucial para el FC Barcelona de Koeman. Y sus pupilos supieron sacarlo
adelante con fiabilidad, dosis de buen fútbol acompañadas de cierto sufrimiento
y remontada incluida, para acabar imponiéndose a un buen Valencia CF (3-1) que se había adelantado en el electrónico y daba
muestras de estar perfectamente asentado sobre el césped del Camp Nou.
Corría el minuto cuatro y Gayá cazó un zurdazo desde fuera del área que batió a Ter Stegen, a pesar de su plástica
estirada. No era el comienzo más halagüeño para un Barça cogido con alfileres.
Tocaba dar el do de pecho y voltear el marcador. Y así fue. Los azulgranas
fueron controlando el tempo del partido de la mano de Busquets y Gavi e iban
acorralando a los chés. En una
combinación con gran entendimiento entre Ansu
Fati y Memphis, este se la dejó
al jovencísimo “10” para que la cruzara de rosca ajustada al palo de Cillessen. Era el 1-1 y el barcelonismo
creía, tras el espectacular golazo de su nuevo ídolo. Fue el propio chaval el
que provocó el penalti al filo del descanso, que Depay transformó en el segundo
tanto con un colosal zambombazo a la escuadra.
Tras
la reanudación el decorado cambió ciertamente, los de Bordalás salieron a darlo todo, empujando al Barça hacía la meta de
Ter Stegen. El campo parecía, por momentos, inclinado sobremanera en dirección
al portero germano. La igualada parecía cuestión de tiempo. Güedes hacía mucho por ello, desequilibrando
entre líneas y con sus temibles disparos desde la frontal. Pero el tanto
visitante no llegó. El Barça cogió aire, al tiempo que su rival languidecía por
tanto esfuerzo sin premio. Salió Coutinho
por el tarjeteado Gavi y le dio un soplo de frescura a los suyos, contemporizó,
protegió la pelota, dio salidas a sus compañeros y en última instancia
aprovechó un jugadón del reconvertido a extremo Dest para empujarla al fondo de las mallas y finiquitar el duelo.
Tres puntos vitales para Koeman y los suyos, y a pensar en la complicada Champions.
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