Triste,
abatido y compungido. Así se percibió al FC Barcelona tras
permanecer en la retina la sangrante derrota en Anfield. Todo
daba vueltas, hasta marearse, en torno a la Champions. El
anglicismos resonaba de forma machacante en las cabeza de los
jugadores azulgranas. Y todo esto trató de aprovecharlo el equipo
revelación de LaLiga, el Getafe, para tratar de hurgar en la
herida del campeón. No lo consiguió, un Barça a medio gas derrotó
a los madrileños por 2-0. Aún en horas bajas, un poco de Barça es
mucho.
El
encuentro comenzó flojo en todos los aspectos, incluso desde la
grada, donde poco más de 50,000 espectadores seguían el duelo,
literal y metafóricamente. Coutinho fue declarado máximo
culpable de la irresponsabilidad que cometió el Barcelona en
Liverpool, el Estadi se lo premió con silbidos lacerantes.
Los de Valverde trotaban sobre el césped más que otra cosa,
ritmo lento y pases previsibles conformaban su puesta en escena ante
un equipo rocoso y aguerrido como el azulón, que solo bajó los
brazos en el pasillo de honor que le hizo al anfitrión como campeón
de liga.
Arturo
Vidal, el más destacado en este choque, anduvo más listo que
los demás e inauguró el marcador en el 39. Duro golpe para los
getafenses, cuando todo les sonreía en otros campos. Tras la
reanudación se vislumbró una mejora en el juego de los locales. El
segundo se resistía por las meritorias intervenciones del meta
Soria. Tuvo que ser Messi en un desmarque el que
provocase, en el último suspiro, el gol de Arambarri en
propia meta, certificando un triunfo final que muy pocos culés
celebraron.
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