El
FC Barcelona empató a dos en el campo del Eibar,
finiquitando una liga que ya tenía ganada desde hacía unas
jornadas. Fue el típico 2-2 de los azulgranas en la última jornada
liguera cuando ya han conseguido el título en jornadas precedentes.
Da igual que jueguen en casa o lejos del Camp Nou, la igualada
a dos en la jornada 38 empieza a ser una tradición.
El
Barça cerró así la que será recordada por la décima liga de
Messi, pero amén de que los culés consigan o no el doblete
con la final de Copa a una semana vista, probablemente este curso
será rememorado por el varapalo de Liverpool. El fúbtol es así de
cruel e injusto, a veces.
Valverde
trató de realizar un ensayo para la final copera contra el Valencia,
pero no cuajó. El equipo fue un coladero en defensa y una pantomima
en ataque con Malcom a la cabeza. Solo un Messi triste se salvó de
la quema con dos golazos consecutivos a la media hora de juego. Para
entonces los eibarreses ya se habían adelantado en el marcador por
medio del canterano azulgrana, Cucurella. Cillessen, que sustituía a
un lesionado Ter Stegen, dio la nota al fallar en el primero y al
cantar al filo del descanso cuando despejó mal un balón y De Blasis
lo convertía en el segundo de los armeros.
El
segundo acto sobró, puesto que el juego se tornó espeso e incluso
perdió el entusiasmo del primero. Lo poco vibrante que hubo lo puso
el conjunto local, mientras Messi seguía desplegando su inmensa
categoría. Valverde introdujo tres cambios, chavales, todos ellos,
que no metieron intensidad al choque, mientras Cucurella a punto
estuvo de conseguir el tanto de la victoria, pero su disparo a
bocajarro se fue a las nubes.
La
conclusión que se puede entresacar es que el Barcelona no puede
jugar así si quiere ganar la Copa el sábado próximo. Valverde debe
buscar la fórmula, de ello dependerá un nuevo trofeo o quien sabe
si su despedida como técnico del Barça.
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