Parecía
imposible, pero ocurrió. El FC Barcelona volvió a mostrar
todas sus miserias en la Champions League. Ya lo hizo la
temporada pasada dejándose remontar un 4-1 contra la Roma y se
creía que habrían aprendido de aquellos errores, pero no fue así,
volvió a arrastrase por el fango un año después. Quedó eliminado
por el Liverpool con un contundente 4-0, cuando parecía que
tocaba con los dedos la final del Metropolitano, tras el 3-0 del Camp
Nou.
Fue
inclusive más sangrante porque el conjunto de Klop llegaba al
partido tras un duro duelo en la Premier con el Newcastle,
mientras Valverde daba descanso a todo el once titular contra
el Celta; porque los ingleses llegaban con las bajas de sus
delanteros estrella: Salah y
Firmino; porque con una media de edad de 30 años no te pueden
pintar la cara de esa manera; y además porque en esta ocasión el
rival tenía que marcar cuatro goles, cuatro, se dice pronto, para
eliminarte. Es, posiblemente, el mayor ridículo de la historia del
Barcelona. Una ofensa mayúscula a la brillante trayectoria mundial de
este grandioso Club.
De
todos era sabido que el partido de vuelta en Inglaterra no iba a ser
fácil. Los reds ya demostraron en el Estadi la
categoría que les llevó a la final la temporada pasada, fueron
mejores que los culés y el resultado fue muy engañoso, pero una
cosa es ser superior en distintas fases de un encuentro y otra, muy
distinta, que te pasen por encima sin que reacciones. Y es que lo del
Barça fue un bloqueo total, un colapso global en todas las
líneas. Una vergonzante irresponsabilidad con todo el barcelonismo.
Los
goles de Origi, Wijnaldum (dos consecutivos) dejaron tocados a
los blaugranas, incapaces de reaccionar ni desde el campo ni desde el
banquillo. Fue una dimisión en bloque. Hasta tal punto que con 3-0
en el electrónico llegó el ignominioso cuarto, en un córner en el
que nadie miró, en el que Origi clavó una estaca en el corazón de
todos los culés del planeta, y en el que todos los fantasmas del
pasado se concentraron en ese minuto 78, cuando el Liverpool, Klopp y
The Kop mandaban a la lona a un conjunto gigante en el
campeonato doméstico, pero timorato y pusilánime cuando sale por
Europa. Quizás Ter Stegen no es el mejor portero del mundo,
probablemente Jordi Alba con 30 primaveras no merecía cinco
años más de contrato, igual Piqué no es el mejor central
del momento, ni Busquets el mejor en su posición, a lo mejor
Coutinho vale 16 millones en lugar de los 160 que se pagaron por
él, acaso Valverde no es el técnico que lleva inherente el ADN
azulgrana y tal vez el Barça no merecía estar el 1 de junio en la
finalísima del Wanda.
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