No
sabía qué hacer el “Pichu” Cuéllar, portero del Leganés
para desgracia de los madrileños, desconocía que era mejor si
quejarse de que le habían desfigurado la cara, o si fingir como si
le hubiesen roto el brazo. En ese impasse decidió
quejarse de ambas cosas, así el árbitro y el VAR podían tener
clemencia y anular el gol legal de Luis Suárez para
el FC Barcelona. No le valió la artimaña, el uruguayo
fue más listo y más rápido. Metió la pierna un momento antes para
marcar el segundo tanto y dejar con cara de tonto al polémico
guardameta pepinero. Posiblemente el más sucio de La Liga, en dura
pugna con Pau López.
Antes
de este lance hubo dos partidos bien diferenciados en un despoblado
Camp Nou. Uno sin Messi que duró una hora y otro de 30
minutos con el número uno mundial ya sobre el césped. En el primero
brilló con luz propia Dembélé. El extremo galo volvió loca
a la zaga blanquiazul con un amplio repertorio que incluyó: regates,
amagos, túneles, taconazos y hasta un golazo al estilo Messi,
esto es, regateando en eslalon desde la derecha hasta la media luna
del área, apoyándose en Jordi Alba y enviando al fondo de
las mallas la asistencia del lateral de Hospitalet. Con esa mínima
renta se llegó al descanso, puesto que los locales no tuvieron
acierto de cara a puerta.
Tras
la reanudación el Barça siguió dominando, pero el único tiro
entre los tres palos que hicieron los de Pellegrino sirvió
para igualar la contienda, en una eléctrica contra culminada por
Braithwaite. Valverde dio entrada a Messi para que cambiase el
devenir del duelo y lo consiguió. Todo se iluminó con el rosarino
sobre la hierba del Estadi. El tanto de Suárez llegó al
aprovechar un rechace a un zambombazo de Leo. Y el tercer gol, el de
la sentencia, lo anotó Messi, tras otra asistencia de Jordi Alba. Y
es que solo restaba la diana del pichichi, del que está a
años luz del resto, demostrando que hay un Barça con Messi y otro
sin él.
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