Al
FC Barcelona no le salió bien la jugada de dejar a Messi y a
Busquets en la Ciudad Condal, al tiempo que Suárez, Jordi Alba y
Coutinho lo veían desde el banquillo. Si a esto le añades la
ausencia de un Dembélé lesionado te queda un complicado encuentro
en un campo difícil como es el del Sevilla CF. Todo esta
especie de experimento de Valverde devengó en un 2-0 en los cuartos
de final de la Copa del Rey, que raramente ha remontado el conjunto
catalán.
Decimos
que igual no le funcionó el plan al Txingurri, pero a lo
mejor sí. El entrenador culé dejó bien a las claras, por activa y
por pasiva, que el objetivo es la Liga y si se puede la Champions.
También lo expresó así Messi en la pretemporada en su discurso
ante el Camp Nou. De hecho todos tenemos en mente lo ocurrido la
temporada pasada en Roma, donde un equipo extenuado dejó escapar una
ventaja de 4-1, obtenida en el Estadi y cayó en el Olímpico,
cuando todo el planeta fútbol esperaba llegar a la final.
Ciñéndonos
al duelo en el Pizjuán decir que el Sevilla fue mejor, sin presumir
demasiado, pero fue superior a un Barça descafeinado, sin un lateral
izquierdo al uso, con un Boateng titular con solo un entrenamiento,
con un Malcom que no da una a derechas, y que por cierto tuvo la
clave del duelo en un mano a mano con el portero, y con la portería
vacía la tiró al lateral de la red. Con todos estos despropósitos
demasiado fue para los visitantes marcharse al descanso con empate a
cero. Tras la reanudación los goles de Sarabia y Ben Yeder premiaron
al equipo que más lo mereció. Las postrera salida de Suárez y
Coutinho no sirvió para nada. La vuelta estará cuesta arriba… o
no.
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