El
FC Barcelona tuvo que picar piedra contra un correctísimo
Eibar, que aguantó hasta el minuto 52 con un partido muy
solvente. A partir de ahí se desmoronó y en cinco minutos
mortíferos de los azulgranas echó por tierra todo el buen trabajo
realizado hasta ese instante. Ese 3-0, ya definitivo, fue una losa
demasiado pesada para un conjunto que había trabajado mucho y bien
hasta esos compases del duelo.
Tras
los experimentos de la Copa se volvió a la normalidad en la Liga.
Valverde salió con los mejores, si acaso puso en liza a Coutinho y dejó en el banco a Dembélé, pero el resto
era jamón pata negra. A pesar de ello el equipo armero salió
respondón y tocaba y tocaba en la medular, llegando bien a las
inmediaciones de Ter Stegen, eso sí sin ponerle en aprieto
alguno. El Barça tampoco conseguía acercarse a la meta defendida
por Riesgo. Ahora bien en el primer disparo que hizo entre los
tres palos Suárez inauguró el marcador. El tanto llegó
precedido de una espectacular combinación con Coutinho que el
uruguayo culminó con una rosca magistral.
Así
se llegó al descanso, con los visitantes sin descomponerse, y así
siguieron en los primeros compases del segundo acto. Hasta que los
culés despertaron de su letargo y encadenaron una serie de ataques
demoledores que devengaron un par de chicharros más. Messi
anotaba con la zurda su gol 400 en La Liga y Suárez remataba su
doblete con un tiro con el exterior de su pie derecho que se colaba entre el portero y un defensa rival.
El
carrusel de cambios por ambas escuadras no redundó en mejora del
juego ni en aumento de las ocasiones de gol, amén de alguna cabalgada de Dembélé, así que el 3-0 fue
definitivo. Los tres puntos se quedaron en el Camp Nou y el
Barcelona consolida su liderato en este el último encuentro de la
primera vuelta del campeonato.
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