El
FC Barcelona no ha aprendido nada de
sus errores. Ni de los recientes como el de hace tres días en el Camp Nou ante el Girona, ni de los
lejanos como la debacle en el Olímpico de Roma. La declaración de Messi hace
escasas fechas ante un Estadi a
rebosar en la que anunciaba que irían a por todos los títulos, en especial a
por la Champions, se ha quedado en
agua de borrajas en pocos días. La lamentable actuación en casa ante los
gerundenses y el patético partido ante el
Leganés han dejado en entredicho al capitán blaugrana, al entrenador y a
todos los jugadores en general.
El
Barça salió al trote en Butarque y pensó que con picar un poco de piedra al
principio, con marcar un golazo desde fuera del área tras disparo de Coutinho,
y con que Messi lanzase un tiro a la cruceta era suficiente. Y no, no lo era.
Con esa ventaja pírrica se llegó al descanso y lo peor estaba por llegar. Los
visitantes saltaron dormidos al campo madrileño y “los pepineros” les pintaron
la cara en un par de minutos locos. Primero El Zhar que mostró las miserias de
Vermaelen en la posición del lateral zurdo, y luego Óscar, que aprovechó un
garrafal fallo de Piqué, voltearon un marcador que los culés ya no supieron
remontar.
Tampoco
debe sorprender en exceso este resultado ya que el conjunto de Valverde hace
aguas en defensa y lleva cinco partidos en los que va por detrás en el
marcador. Si a esto se suma que Piqué no está en su mejor momento, que las rotaciones desvirtúan al inmaculado once titular, que los
fichajes -Malcom, Vidal, Arthur y Lenglet- no acaban de aportar lo que su caché presupone, pues nos encontramos
con batacazos como el vivido en Leganés, donde el colista le pinta la cara al
líder y parece que no pasa nada.
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