"No tengo el chichi para
farolillos", más conocido como "no está el horno para bollos",
debió de pensar Messi cuando transformó el penalti en el minuto 90 que daba una
pírrica victoria al FC Barcelona
sobre el Leganés (2-1). Y es que
tras el varapalo del 4-0, que les endosó el PSG, el asunto está para poca broma.
De hecho el Camp Nou dejó caer más
pitos que aplausos en este partido liguero. Muchos de ellos al portugués André Gomes y unos cuantos
sobre la figura del entrenador asturiano, Luis Enrique.
Fue otro encuentro para olvidar, como
la mayoría de los que lleva disputados el conjunto catalán en lo que va de año.
Fue un momento en el que casi se tocó fondo, solo los once metros en las postrimerías del duelo lo
evitaron. Fue un desastre en toda regla, puesto que un equipo al borde del
descenso sacó los colores al actual campeón de Liga, un Leganés al que se goleó
sin dificultad en su propio feudo, al que venció hace unos días un casi
desahuciado Sporting de Gijón. Todo esto habla de la magnitud de la catástrofe que se
vislumbró en el Estadi, y esto si hay
que decirlo, se dice, a pesar de que se ganasen los tres puntos en liza.
Todo pareció bien encaminado en un principio, los
jugadores azulgranas parecieron querer agradar a la afición desde el inicio,
salieron con bríos y materializaron la primera ocasión que tuvieron a los tres
minutos de juego. Centro medido de Suárez y gol del "pichichi" Messi. Y ahí se diluyó el
Barça. El resto fueron 87 minutos de dominio y control de los hombres de
Garitano. Que no igualaban el marcador por su escaso acierto ofensivo y por la
brillante actuación de Ter Stegen. Si el portero es el mejor jugador del
Barcelona, mala señal. El empate llegó en el 70 por medio de Unai López, y los
blanquiazules buscaron la victoria descaradamente. Solo una acción
desequilibrante de Neymar, que provocó un penalti, evitó, en parte, la
tragedia.
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