El FC Barcelona cayó con honores en las semifinales de la Champions ante el Inter de Milán (4-3). A punto estuvo este épico Barça de plantarse en la final, tan solo sobraron 90 segundos y las decisiones sibilinas del árbitro Marciniak y su adlátere del VAR, que sumado a errores puntuales evitaron que este maravilloso Barça, comandado por un descomunal Lamine Yamal, disputase la gran final de Münich. Eric García, Dani Olmo y Raphinha lideraron el remontadón de este equipazo azulgrana, que empezó perdiendo dos cero y que acarició las mieles de la gloria en un partidazo para la historia, disputado de poder a poder y en la que el Inter se llevó el gato al agua con la bula arbitral y un gol en el descuento de un central, Acerbi, y otro en la prórroga de Frattesi, que supuso la puntilla para el conjunto de Flick.
Resulta complicado resumir en tan solo tres párrafos este extraordinario partido con siete goles, una prórroga, dos árbitros descarados, varios fallos de principiante en jugadores expertos y un jugador estratosférico. Simplemente que no ganó el mejor, y por ello echaremos en falta a este espectacular Barça en la finalísima de Münich, y también se echará de menos allí a ese escándalo de jugador que es Lamine Yamal, que si esta temporada ya había desmostrado, con tan solo 17 años, que era de los mejores peloteros del momento, en esta eliminatoria contra el equipo italiano se ha consagrado como el mejor jugador del planeta y al que da más gusto ver sobre un terreno de juego. Tanto en Barcelona como en Milán se erigió como la figura determinante y el revulsivo que el Barça necesitaba en esos momentos en los que iba 2-0 abajo, tanto en Montjuic como en el Giuseppe Meazza. Pero todo esto mostrado al mundo en lo individual y en lo colectivo no consuela a ningún culé que se precie.
Y es que si algún pero se le puede poner a este valiente equipo que enarbola la bandera del FÚTBOL, es que ese doble 2-0 de inicio ha complicado muy mucho su pase a la final. Sí, se repuso bien bien en la ida y en la vuelta, inclusive eran más épicas las remontadas, pero devengaban un lastre en el bloque, difícilmente cuantificable. A ese pero hay que añadirle que encajando 7 goles en estos niveles de competición lo más probable es quedar eliminado. Aún así, contra la lógica lucho y lució este colosal Barcelona, al cual se rinden futboleros de todo el planeta. Y al que aplaudimos por su coraje y por su manera de luchar contra las adversidades, en forma de rival o de arbitraje, y al que rendimos pleitesía hasta en un día tan difícil para cualquier barcelonista. ¡Gracias Barça!
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