El
FC Barcelona está en caída libre. Lo de Dortmund fue un espejismo. La
derrota en el Estadio Olímpico por 0-1 ante el Leganés nos lleva a un
Barça cuesta abajo y sin frenos. Perdió contra un equipo que no había ganado
fuera de su casa en lo que va de liga, y no solo eso, los de Flick acumulan
cinco puntos de los últimos 18 posibles. Un drama de proporciones descomunales.
A lo que hay que añadir dos derrotas consecutivas en su propio campo ante equipos
de la zona baja, como son Las Palmas y el “Lega”. Con todo lo más grave
es que el entrenador no da con la tecla para reflotar este enorme transatlántico
que es el Barça.
El
equipo azulgrana tuvo más de 90 minutos de juego para equilibrar o voltear el
tempranero gol conseguido por el conjunto pepinero, pero ni por esas, fallos
garrafales de ejecución de Lewandowski, o disparos al larguero de Raphinha,
o paradones de Dmitrovic, condenaron al Barça a una nueva derrota en
Montjuic. Ya salieron pésimamente de inicio, concediendo a los dos minutos de
juego un mano a mano de Munir contra Iñaki Peña. Al portero lo dejaron vendido
un minuto después a la salida de un córner. El único cambio que había realizado
el sancionado Flick, con respecto a su once de gala, fue Eric García por
Cubarsí, y fue Eric el que fue bloqueado en ese saque de esquina,
permitiendo a Sergio González anotar el primero y único tanto del duelo.
Ese que a la postre agudizaría la crisis liguera de los catalanes.
El
Barça lo intentó, sin demasiado acierto, por activa y pasiva, en el primer acto
y en el segundo, pero no hubo fortuna, ni tan siquiera en los disparos del
siempre acertado Raphinha. Para colmo se lesionó Lamine Yamal y estará
de baja cerca de un mes. Y con todo lo preocupante de esta situación es que los
acontecimientos en este Barça de nuevo cuño se están dando a contracorriente,
pues lo normal sería que llega Flick, un entrenador que nunca ha estado en LaLiga,
y que tenga que ir imponiendo sus métodos y que cueste adaptarse, pero aquí el galimatías
es de aúpa, porque los conceptos estaban interiorizados desde el primer
instante, las goleadas se sucedían desde la jornada uno, y ahora está todo del
revés, y el asunto se está enquistando. En definitiva, un cúmulo de
despropósitos… y el sábado llega el Atlético de Madrid, el colíder.
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