Perdió el FC Barcelona en su provisional
Estadi Lluís Companys, y lo hizo de forma estrepitosa, cayendo ante el
Girona por un contundente 2-4. Los de Míchel lideran LaLiga
en solitario, y demostraron el porqué en casa de un rival directo. Si bien este
Barça ya no es el Barça. Ni de lejos. De hecho, por momentos el Girona pareció
al Barcelona de otras épocas gloriosas, no tan lejanas. Los visitantes jugaban
con tal soltura, que parecían estar arropados por su público, triangulaban,
tocaban de primeras, sabían cómo salir desde atrás con la pelota cosida a la
bota, y si veían espacios lanzaban balones al espacio para coger las espaldas
de los centrales azulgranas. Todo lo hicieron bien, y no es que el Barça lo hiciera
todo mal, pero no le dio para igualar las fuerzas, ante un oponente superior.
Xavi no lo vio así, (cuando le comieron la tostada por las
bandas, mientras Couto y Miguel se exhibían en los laterales,
Xavi puso a Koundé por la derecha y a Cancelo por la izquierda,
incomprensible). El egarense afirmó que su equipo jugó bien, y apostilló que “está
en construcción”. Ni lo uno ni lo otro, está en depresión, más bien. Un estado
depresivo que le trasladan tres atacantes ofuscados como Lewandowsky,
Raphinha y Joao Félix. Los tres tienen algún partido bueno, de vez
en cuando dan alguna alegría, pero ninguno muestra una continuidad de estrella,
son buenos jugadores, solo eso. Y con eso no basta para el club más grande del planeta.
Raphinha destacó en el Tottenham, pero es que los spurs no son el Barça.
Joao desesperaba a Simeone en el Atleti, y a mí también,
desaparece muchos periodos y muchos partidos. El Cholo quiere peloteros
que estén enchufados. Y estoy con él, tiene razón.
De Lewandowski, ¿qué decir? El Cid ganaba
batallas hasta estando muerto, pero el polaco no las gana ni medio muerto. Es
un caso muy preocupante. Ya fue inquietante contra el Atlético, cuando hizo un hat-trick
de fallos garrafales, resaltando el que remató con la nariz, un balón franco
que le iba a la cabeza. Pudo ser puntual, pero si a la jornada siguiente Yamal
te pone el centro que todo “9” cabeceador está anhelando, para empatar a tres
en el último minuto y rematas con el hombro… pues la culerada se acongoja, porque
ven 50 millones de euros invertidos en un jugador top en declive, y da
vértigo. Y lo da porque si estos no te sacan las castañas del fuego, no lo van
a hacer Ferrán Torres o Lamine Yamal con 17 años. Da mucho vértigo
el panorama.
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