El FC Barcelona, líder destacado
de LaLiga, dio un paso de gigante para ganar el título, derrotando en el
Camp Nou al Atlético de Madrid por el ya consabido 1-0. Se completó
así un gran día de Sant Jordi, donde Ferrán Torres puso el libro, anotando
el solitario gol azulgrana, Ter Stegen ofreció la rosa, con sus
meritorias paradas, y en el cual Lewandowsky dejó las espinas, con un
garrafal error que pudo y debió ser el segundo gol de la tarde. Pero como el Estadi
ya se está acostumbrando al manido 1-0, ya no le pilló de sorpresa y valoró
positivamente el resultado, que acerca el trofeo a la Ciudad Condal.
Los de Simeone salieron con una
marcha más que los locales, y no se había cumplido el minuto uno de juego,
cuando Griezmann disparó al larguero. Los rojiblancos siguieron presionando
con enorme intensidad, siendo mejores en el cómputo global de la primera parte.
De Jong volvía al once tras su lesión, dejando buenas sensaciones. La clase
del holandés no era suficiente para evitar que los visitantes se impusieran, demostrando
así que las seis victorias consecutivas que acumulaban no eran fruto de la casualidad,
sino del trabajo de su buen quehacer futbolístico. Si perdonas ante el Barça,
ya sabes a lo que te expones. Y así en el psicológico minuto 44 Raphinha,
el mejor jugador del encuentro, sirvió un pase a la frontal para que Ferrán la
colocase, rasa, lejos del alcance de Oblak.
En el segundo acto los de Xavi
fueron superiores, jugaron mejor con el marcador favorable. Los colchoneros bajaron
la intensidad. Era complicado mantenerla los 90 minutos. Hubo ocasiones por los
dos bandos para alterar el electrónico, pero Raphinha y De Paul marraron
sus oportunidades, al tiempo que Lewandowsky se llenó de balón en una jugada en
la que Raphinha iba solo por el carril derecho y solo tenía que empujarla, pero
el polaco quería poner fin a su sequía y obcecado disparó al banderín del
córner. Un desastre enorme, ya que significaba el gol de la tranquilidad, y con
ese egoísmo tocó seguir sufriendo hasta el pitido final. Volvió Pedri,
otra alegría para la parroquia culé. Y el duelo fue languideciendo entre cambios
y más cambios. El Barça, tras tres partidos sin ver puerta, volvió a la normalidad
del “unocerismo” y a asentar esos 11 puntos de ventaja con el Madrid.
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