Otro
mal partido del FC Barcelona, otra ración de sufrimiento, de
reloj que no corre,… queda el consuelo de la victoria pírrica ante
el Real Valladolid (0-1). El equipo de Setién volvió
a dar la de arena en el Estadio José Zorrilla con un juego
ramplón, fases del juego displicente y un despliegue físico cuestionable acabó pidiendo la
hora y dando las gracias por tener un pedazo de portero de la talla
de Marc André Ter Stegen, que volvió a ser decisivo bajo los
tres palos.
Con
un juego anodino y más control que llegadas, culminó una primera
mitad decente, yendo de más a menos, ante un equipo como el
blanquivioleta, que no se jugaba nada, y a pesar de ello les complicó
un poco el triunfo. Messi, en su mejor versión asistente de
toda su carrera, filtró un pase entre dos rivales para que Arturo
Vidal batiera a Masip de disparo cruzado ajustado al poste. Sería
el tanto que a la postre diese los tres puntos a los azulgranas, el
que evitaría que el Madrid se proclame campeón en el Estadio Nuevo Los Cármenes. El chileno es un mediocampista sin ADN Barça, pero que
va directo a la portería contraria y no se complica, y quizás el culé que más gasolina tiene a estas alturas de temporada.
En
el lado opuesto de la balanza esta Griezmann, que continua
dando muestras de su poco nivel y compromiso. Falló una ocasión que
solo tenía que empujarla. La pelota le pasó entre las piernas y
para colmo acabó lesionado y fue sustituido al descanso. En el
segundo acto el Barcelona se diluyó por completo, y se dedicó a
mantener el resultado, como un equipo menor. Los vallisoletanos, más
enteros, llegaron con más facilidad a la meta de Ter Stegen, pero
siempre se topaban con el germano. Riqui Puig parece que se va
afianzando en la medular y de lo demás poco o nada que destacar. Así se cumplió con el trámite y ahora a esperar que el Granada
eche un cable en la lucha por una liga, que no está en manos del
Barça.
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