Ya
no tenía demasiada importancia. La Liga estaba perdida, entre el
confinamiento y el VAR demasiado favorable al Madrid. Aún así el FC
Barcelona saltó al césped de Mendizorroza con ganas de
reivindicarse, con ansia de fútbol, de gol,… con el deseo de
cerrar un campeonato que se ha torcido en el último tercio, y, sobre
todo, para dejar buenas sensaciones para lo que queda, que no es
poco, la Champions. Así dejó un 0-5 contundente frente a un
Deportivo Alavés que ya no se jugaba
nada, pero que encajó un correctivo tremendo en su propio estadio.
Salió
el Barça con Riqui y
Ansu para insuflar nuevos aires a un equipo que está necesitado
de juventud y desparpajo. Los más de 30 grados a las cinco de la
tarde los llevaron mejor los de Setién, que en el primer
cuarto de hora habían disparado tres veces a los palos. Luego habría
más suerte, pues a la brillantez de los dos chavales se les unió
Messi, y eso devengó partidazo y tres chicharros antes del
paso por vestuarios. Ansu Fati, Messi
y Luis Suárez
anotaron para los azulgranas dejando sentenciado el choque con ese
0-3.
Tras
la reanudación continuó el mismo guión. Roberto
no paraba de trabajar bajo palos, mientras su colega Neto
se aburría en la meta culé. Riqui Puig movía el equipo con
efectividad y tras una gran asistencia suya llegó el cuarto de la
tarde, obra de Semedo.
Los locales intentaron inaugurar su casillero, pero no lo lograron.
Sí que lo consiguió Leo, que culminó la manita con su doblete
personal. Se
aseguró así, el argentino, su séptimo trofeo “Pichichi”,
récord en la historia de LaLiga,
pero que de poco sirve, ni tan siquiera consuela, cuando se ha dejado
escapar un título que se tenía al alcance de la mano.