Tenía
el Ibiza a todo un FC Barcelona, líder actual de LaLiga, contra las cuerdas,
pero le faltó cierta dosis de fortuna. Los ibicencos tuvieron a los culés contra
las cuerdas, se adelantaron con un gol tempranero de Caballé y pudieron
poner la puntilla con un disparo al poste de Raí, tras un gran recorte.
Un 2-0 habría sido demasiado dificultoso de levantar para los barcelonistas,
que no tiraron ni una sola vez a puerta en la primera parte.
Setién conformó un once de circunstancias y a
punto estuvo de pagarlo caro, porque llegar al club más grande del mundo y caer
en la Copa a las primeras de cambio ante un Segunda B habría sido difícil de
digerir. Dejó en la Ciudad Condal a los pesos pesados: Messi, Piqué y
Busquets -y a Luis Suárez por lesión-, y con todo eso se dio el lujo
de poner de salida a Junior Firpo de central. Salió también con Riqui
Puig, que no cuajó sobre el césped artificial del estadio Can Misses.
El
gol que inauguraba el marcador no produjo reacción ni motivación alguna para
los azulgranas, puesto que el juego desplegado continuó siendo igual de deslavazado
en los primeros 45 minutos. Tuvo que ser tras el paso por vestuarios cuando se
dio una leve mejoría, nada susceptible de reseñar, pero al menos De Jong,
y la incorporación de Arthur, inyectaron pujanza a la escuadra catalana.
Fue el holandés el que filtró un pase de muchos quilates a Griezmann para que
el galo batiese por bajo al a Parreño en el 73. A los de Alfaro
les dolió el golpe.
El
empate parecía el resultado que más cuadraba a ambos contendientes, vistas las
escasas aproximaciones al área rival, pero en el minuto 94 cuando todos se
encomendaban a la consiguiente prórroga, emergió Jordi Alba, que había salido
en la segunda mitad, con una gran asistencia escorada para Griezmann, que la
cruzó ante la salida del cancerbero local para sentenciar el pase a los octavos
de final y para dar un poco de oxígeno a Quique Setién tras el pésimo encuentro
disputado por los suyos.
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