El
FC Barcelona se vio sorprendido en su propio feudo ante el
planteamiento inicial de un audaz Celta que salió al Camp
Nou disponiendo la línea defensiva casi en el medio del campo.
Ese atrevimiento podría haberlo pagado caro con una arrancada
explosiva de Dembélé o con
un pase de Messi filtrado al espacio, pero no sucedió
así. La victoria azulgrana (2-0) se cimentó en un gol del extremo
francés y con otro clásico de la conexión Jordi Alba-Messi.
Fue
un encuentro disputado, controlado y descontrolado a partes iguales,
incluso un correcalles en diversas fases del duelo. Sin demasiadas
ocasiones de gol y con pocas acciones con brillo. Inauguró el
electrónico Dembélé, tras recoger un rechace a disparo de Leo. El
delantero galo ha desbancado a Coutinho a base de goles, ya
llega a la decena en esta temporada, su rendimiento va in
crescendo de forma inversamente proporcional a la que lo hace el
del brasileño. Los vigueses no se descompusieron y siguieron
buscando la portería rival de la mano de Maxi Gómez y de
Aspas. Sin embargo fue el de siempre, el mejor de la historia,
el que dio la puntilla al filo del descanso tras aprovechar un pase
de Alba.
Tras
la reanudación no cambió el decorado, el Celta no salió desbocado,
buscó con pausa y mesura el acortar distancias, pero Cardoso,
tras los tres cambios, no daba con la tecla para modificar la
dinámica estacionaria. El Barça tampoco marcaba el tercero de la
sentencia definitiva y el partido se movió en la indefinición,
salvo algún destello de Messi o algún chispazo de Pione, que
salió tarde para revolucionar el juego de los celeste. Así el
Barcelona se va de vacaciones navideñas con el liderazgo consolidado
en base a esa velocidad de crucero que ha adquirido tras cuatro
victorias consecutivas.