El Eibar jugó un buen partido, correcto en casi todas las
demarcaciones del terreno. Así es difícil explicar cómo le cayó un set en el Camp Nou, pero así sucedió. Un 6-1 para
el FC Barcelona que supuso demasiado
correctivo para el conjunto de Mendilibar. Hablamos de la dificultad de
aclararlo, o bien se puede decir simplemente que en el bando contrario jugaba
un gran equipo con el mejor jugador del mundo en sus filas. Con Messi todo resulta sencillo, hasta
esclarecer que el rival se lleve media docena en el saco.
Y es que al megacrack argentino no hay quien lo pare, da igual que tengas un
plan, que pongas marcaje individual, en escalera, en jaula,... Resulta
incontenible. Nadie puede frenarlo. Parece que el rosarino ha cogido la sartén
por el mango ante la ausencia irreversible de Neymar y la puntual de Luis
Suárez, y ha decidido marcar los goles suyos y los de sus compañeros.
Contra los armeros hizo nada menos que cuatro. Unos registros que lo endiosan
un peldaño más, si cabe. También se habrá dado cuenta que Dembélé no está y a Deulofeu
ni se le espera.
Los eibarreses se debieron ir al
descanso pensando cómo iban 2-0 abajo con todo el despliegue que habían
realizado en el Estadi. Un penalti
transformado por Leo y un testarazo del aclamado Paulinho a la salida de un córner mostraban esa diferencia que no
existía sobre el césped. Eso sí tras la reanudación la escuadra de Valverde fue un vendaval, con un Messi
sublime. El "10" elaboró la jugada del tercero, que remachó Denis, y acribilló a Dmitrovic con otras tres dianas, a cual
más espectacular, para culminar, pletórico, su póker de goles, y para mantener la racha
azulgrana con un pleno al quince, cinco partidos disputados y otros tantos
triunfos.
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