Cuando
el árbitro mandó a los vestuarios del Camp
Nou a los jugadores del FC Barcelona
y del Bayer Leverkusen los culés
del planeta no sabíamos por qué preocuparnos más, si por la derrota parcial
(0-1, gol de Papadopoulos en un córner tras nueva cantada de Ter Stegen), por
la imagen de inferioridad del Barça ante el despliegue físico y futbolístico de
los germanos, o por mirar al banquillo y ver los escasos revulsivos de los que
disponía Luis Enrique.
Los
alemanes presionaron con mucho arrojo la salida del balón, al Barça le costaba
salir de zona de zagueros y más aún trenzar jugadas con peligro en ataque. El
Bayer se adelantó en un fallo azulgrana en saque de esquina mal defendido, pero
podría haber inaugurado antes el marcador pues tuvo varias ocasiones. El buen
quehacer de Kampl en la medular,
cuando todos los ojos miraban a Çalhanoglu,
puso en complicaciones a los locales.
Todo
lo que va mal puede ir a peor, e Iniesta
se lesionó en la segunda mitad. Los cambios fueron propicios para el equipo
catalán, Jordi Alba fue un estilete
por la banda izquierda, Sergi Roberto
salió con mucho empuje y además marcó el tanto de la igualada en el 80, y Munir tuvo un par de internadas
brillantes por el extremo derecho, una de las cuales sirvió para asistir a Luis Suárez, que soltó un zapatazo en el 82 que quitó las telarañas de la
portería de un inspirado Leno. Un par de minutos mágicos que daban la vuelta al
marcador y permitían al Barça liderar su grupo de Champions en el primer partido sin Messi.