El
FC Barcelona venció en la prórroga a un Madrid peleón, que dio
batalla hasta el minuto 120 de la prórroga pero que se rindió al Rey de Copas en
la final del torneo del KO disputada en el Estadio de La Cartuja. Fue un
clásico disputado al máximo, de poder a poder, entre los dos colosos del fútbol
español. Nada que ver con los dos últimos duelos disputados entre ambos donde
el Barça humilló a los merengues con dos goleadas para la historia (0-4 en el
Bernabéu, y 5-2 en la Supercopa de España). El encuentro fue una montaña rusa
de emociones, con dominios alternos, la primera parte para los azulgranas y el
segundo acto para los blancos. La primera diferencia que vimos antes de empezar
el partido fue que Flick dispuso su once de gala con su dibujo habitual,
mientras que Ancelotti, sigue cambiando posiciones, alternando
jugadores, y tratando de hacer que la máquina funcione, mientras que la del entrenador
culé ya lleva a pleno rendimiento desde el mes de agosto.
Aún
así fue un duelo equilibrado, una magnífica final, disputada con pundonor y nobleza,
con todos los ingredientes para que así fuese: disputada con pundonor y
nobleza, con momentos de buen fútbol, aderezado con coraje, con emoción
superlativa hasta el último suspiro y con espectáculo. Porque el fútbol es el
mayor espectáculo del mundo. Y por si fuera poco, y a pesar de la indecencia
del Madrid y de su bochornoso medio de televisión, criticando a los árbitros del
partido en las jornadas previas, fue una final con un arbitraje muy bueno. Sí,
la pareja de árbitros estuvo a gran nivel, aunque los aficionados culés puedan
reclamar dos penaltis (el cometido sobre Cubarsí y el de Rudiger a
Ferrán) bastante claros, lo cierto es que para la presión que tenía De
Burgos Bengoechea en el global estuvo bien. Sobra decir que ni de lejos
está para que el barriobajero de Rudiger le lance objetos a la cara al final
del choque.
La primera mitad fue de color blaugrana, con un juego brillante, defendiendo y presionando intensamente y acogotando al rival en su área. El 1-0 con golazo de Pedri por toda la escuadra hizo justicia a lo visto en los 45 primeros minutos. Tras la reanudación Ancelotti, inexorablemente agitó el avispero, metió a Mbappé, Modric y Guller, y el Barça dio un paso atrás. El empate se venía venir, lo consiguió el delantero francés de falta desde la frontal. Quiso más el Madrid y en córner Tchouameni anotó el 1-2 de cabezazo imponente. Con los dos equipos fatigadísimos, Lamine Yamal completó su doblete de asistencias, pase al espacio y error de Courtois en la salida, para que Ferrán llevase el duelo a la prórroga. Aquí con la gasolina muy justa para todos, Koundé fue el más listo de todos, cortó un pase horrible de Modric y marcó un golazo desde fuera del área en el 116 (grandiosos y épicos goles en ese dichoso minuto, como el de Iniesta). El Barça estalló de júbilo, y se llevó el trofeo merecidamente, pero el perdedor, el Madrid, estuvo a buen nivel, insuficiente para evitar que el eterno rival sumase su entorchado número 32 en su competición fetiche.
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