Se las presumían felices en el FC Barcelona
tras la espectacular remontada que realizaron contra el Celta y la
derrota del Madrid. Esta combinación de los dos factores les encaramó al
liderato de LaLiga, pero en Son Moix salió un Mallorca respondón
y un Barça timorato y con cierta desidia. Los azulgranas, probablemente,
echaron de menos a Frenkie de Jong, seguramente también a Pedri,
y un servidor hasta se acordó de Busquets. Y es que se vislumbró tan escasa
interconexión entre los que sacan el balón jugado y los de arriba, que daba
para acordarse de la mayoría de los medios defensivo-constructivos de la historia
culé.
Los de Xavi ganaron en su última
visita a Mallorca, sin merecerlo, y en esta ocasión tampoco se hicieron acreedores
de la victoria. Máxime con las rotaciones que introdujo el entrenador egarense,
que quitó de una tacada a la pareja de centrales titulares, hasta la fecha, y a
Lewandowski. Metiendo a un Araujo, que no estuvo fino tras venir
de una lesión, a Íñigo Martínez, que estuvo canalla, perdiendo muchísimos
balones y rompiendo el fuera de juego en el gol de Abdón; y ubicando de “9”
a Ferrán, que pasó completamente desapercibido. Si a eso le unes que el
que casi nunca falla, Ter Stegen, esta vez le dio un pase a un jugador
rival, que acabó en el primer gol local, obra del tanque Muriqui, pues
el partido plantea enormes dificultades. Aún con todo, Raphinha consiguió
empatar de un zurdazo tremendo desde la frontal, y tuvo el 1-2, pero solo
frente al portero la tiró a las nubes. Sí marcó Abdón tras pillar a los
centrales despistados, era el minuto 48 y fue un jarro de agua fría para los
visitantes.
Tras la reanudación el Barça no mejoró, pero
tuvo la igualada con un disparo seco de Joao Félix que te estrelló en la
cepa del poste. Así que Xavi agitó el árbol, metió a Lewy, y también a los chavales:
Yamal y Fermín. Ambos le dieron un punto de frescura al juego culé,
sobre todo Lamine Yamal, que desarboló en varias ocasiones a su par, provocando
jugadas de peligro e incluso un penaltito, que el VAR se encargó de negar. Aguirre
también introdujo novedades con buen tino, pues Darder y Larin le
dieron una mordiente incisiva, a pesar de que la línea defensiva de cinco permanecía
inamovible en el esquema del “Vasco”. Raphinha, que posiblemente fue el mejor barcelonista,
asistió en el gol del empate, dio el pase de la muerte, que dejó pasar Lewy,
para que Fermín, mejor situado, la empujase al fondo de las mallas. Con un
cuarto de hora por delante el Barça siguió intentándolo, pero esta vez la
remontada se quedó a medias.
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