El
FC Barcelona no pudo pasar del
empate sin goles ante el Benfica. El
premio del pase a octavos de la Champions
tendrá que esperar. Fue un partido con tensión, por lo que se jugaban uno y
otro contendiente. Los de Xavi, en
su estreno como entrenador en Europa, fueron superiores, pero los portugueses
estuvieron serios en defensa y bien plantados sobre el césped del Camp Nou. Los delanteros azulgranas no
tuvieron la fortuna de cara en sus intentos de horadar la meta de las águilas
lusas. Tampoco la pertinaz lluvia les refrescó las ideas, cuando faltan killers y talento rematador todo es más
complicado.
Los
locales salieron con ímpetu. Lógico, les iba mucho en el envite. Xavi intentó
abrir el campo con Jordi Alba por un
extremo y el joven Demir por el
otro. Fue el chaval, el que, recordando al gran Messi, soltó un zurdazo desde el vértice del área, que se topó con
el larguero. ¡Habría sido un golazo! Si bien el marcador estaba por no moverse.
Dos goles hubo, pero ambos anulados. Uno por cada bando. En el de Otamendi el esférico había rebasado la
línea de fondo, y en el postrero de
Araujo, el central uruguayo estaba en posición adelantada.
Tras
la reanudación el Barça salió un tanto desdibujado, no displicente, sí un tanto
desgarbado. Siguieron teniendo la pelota y dominando la posesión, pero sin el
juego trenzado del primer acto. Memphis
estuvo torpón y sin punch. Lo compensó Dembélé,
que disputó la última media hora y fue de lo mejorcito de los suyos, junto con
Araujo. El extremo galo protagonizó varias incursiones por su carril, que
devengaron sendos cabezazos de De Jong y
de Piqué. Ninguno con el premio del
gol. El duelo acabó con susto, pues Seferovic
tuvo un mano a mano con Ter Stegen
que salió fuera lamiendo el poste. El “cerocerismo” era ineludible y los culés
se la jugarán en el último partido. En campo del Bayern. Palabras mayores.
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