La
caída en picado de este FC Barcelona
parece no tener fin. Cuando crees que este maltrecho equipo ha tocado fondo
todavía puede escarbar y se hunde más en miserables profundidades. Es inaudito
lo que se pudo ver en Vigo ante un Celta,
que no es nada del otro mundo, de hecho, estaban a un punto del descenso antes
de comenzar la jornada. Los de Sergi
Barjuan dilapidaron una ventaja de tres goles. Increíble pero cierto, con
un 0-3 se fueron al descanso y se dejaron empatar, con una inocencia y una “pipiolez”
de tres pares de coj…
Y
es que el conjunto azulgrana está condenando a sus aficionados a no dar ni una
mínima alegría. Esto ya parece consustancial al barcelonismo actual, pero lo
que no es de recibo es que te golpee en el mentón con la displicencia de la
segunda mitad ofrecida en la ciudad gallega. Una aceptable primera parte, con
tres goles, mucho acierto y ciertas dosis de buen fútbol, se vieron empañadas
por el descalabro sucedido tras el descanso.
Se
adelantó el Barça con tanto de Ansu Fati,
tras recortar a su defensor al borde del área pequeña. Busquets anotaba el segundo con un ajustado pase a la red y Depay ponía el 0-3 en el electrónico de
fantástico cabezazo, tras centro medido de Jordi
Alba. Todos los mecanismos y engranajes habían funcionado perfectamente,
con un Nico González excelente y un
Ansu Fati descolocando a los celestes desde el extremo izquierdo.
Tras
la reanudación, ya sin Fati lesionado, y con otros compañeros renqueantes, el
Barcelona no dio el nivel inherente a todo equipo grande que se precie. Desde
primer minuto se vio que habían dimitido en bloque. El dominio de los locales
fue abrumador, entrando por todos los flancos cual cuchillo en mantequilla. El
desastre se presagiaba. Cayeron el primero, obra de Aspas, el segundo, con Nolito
a la cabeza, y el del hundimiento total en el 97, firmado por el propio Aspas.
El que dejaba al Barça muy tocado y el que mostraba que a Xavi le queda por delante una tarea ardua y de dimensiones hercúleas.
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