El
FC Barcelona ha ganado muchos títulos en la última década,
pero a veces uno se pregunta cuántos más podrían haber engordado
las vitrinas del Museu de no haberse dado tantas cabezonerías
de Guardiola y de su sucesor Luis Enrique, sin ir más lejos el
asturiano nos privó durante demasiados encuentros de Jordi Alba y de
Rakitic, por meros ataques de entrenador u obcecaciones
primitivas. Ambos se están marcando una temporada de lujo, y son los mejores socios de los que se puede rodear al mejor del planeta,
Leo Messi. Para muestra el recital que dio el croata en el Camp
Nou contra el Athletic Club en una posición que no
es la suya, contra los rojiblancos dio una exhibición el el puesto
del lesionado Busquets. Su actuación y la de Messi
desbordaron a los leones en la primera mitad, devengando un 2-0 que a
la postre resultaría definitivo.
Jugó
el Barça a placer los primeros 45 minutos, con un conjunto bilbaíno
apocado y sin el carácter que se les presupone a los leones. Ziganda
se ha cargado en seis meses el buen trabajo de Valverde en los últimos
años en Lezama. Messi lideró a los suyos apareciendo por todas las
demarcaciones del campo. Así fueron llegando los goles, de Alcácer
y del propio delantero argentino con un zurdazo desde la frontal, y
las ocasiones, hasta tres tiros a los palos realizaron los locales,
todos ellos con marchamo brasileño -dos de Coutinho y uno de
Paulinho-.
Si
el marcador al descanso pudo haber sido de escándalo para los
azulgranas, tras la reanudación el electrónico ya no mereció
moverse, y así fue. Los culés se desenchufaron absolutamente y los
visitantes al menos sí que vieron de cerca a Ter Stegen. Lo
cual no evitó una segunda mitad horrible, en la cual se aburrieron
hasta las ovejas y algún que otro aficionado sesteó desde el sofá
de casa, al igual que lo hicieron bastantes jugadores barcelonistas.
Claro que ya daba igual pues los tres puntos no peligraron en ningún
momento y la Liga ya está un paso más cerca.