Messi no siempre puede sacar las
castañas del fuego. Contra Olympiacos, por ejemplo, no pudo. El
"cerocerismo" se instauró en El Pireo y muchos extrañaron los goles
de Neymar, ya inviables, pero sobre todo de los de Luis Suárez, el que fuera el
mejor "9" del mundo en las dos últimas temporadas. El otrora
"killer" uruguayo no le marca ni al arco iris, y el FC Barcelona lo acusa en demasía.
Bien es cierto que el equipo heleno es
otro en su infierno del Georgios Kariskakis pero no es de recibo que a ese
mismo conjunto el Barça le metiera tres goles hace una par de semanas y jugando
con 10 toda la segunda mitad por la expulsión de Piqué. La explicación no puede
ser otra que los fallos, ya habituales, de Luisito, que sigue sin ver la luz al
final del túnel.
El guardameta local, Proto, tuvo ración extra
de trabajo y todo lo que le disparaban lo desbarató con solvencia, también estuvo
arropado numantinamente por una zaga que no lo dejó vendido en ningún instante
del duelo. Por contra su homólogo, Ter Stegen, no tuvo que realizar ninguna
intervención reseñable.
El reparto de puntos se celebró como
una victoria de prestigio entre la afición griega, mientras que los de
Valverde, que buscaron con ahínco el gol en las postrimerías del choque, dieron
por bueno el empate tras darse el mismo resultado en el otro partido del grupo
entre Sporting de Lisboa y Juventus.
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