Millones de culés del planeta entero
tuvieron que ver la triste imagen que ofreció el FC Barcelona frente a Las
Palmas. Uno de los mejores estadios del mundo, y posiblemente en el que mejor
fútbol se ha visto en la historia de este bello deporte, se cerró al público, a
los socios, a los aficionados, a los culés que, venidos de todas las partes del
globo, solo pretendían disfrutar de las genialidades de Messi y compañía. Pero una ignominiosa junta directiva les cerró la
puerta en las narices, devengando un Camp
Nou vacío, desangelado, y triste, muy triste.
El Barça que amagó con la suspensión
del encuentro se vio acongojado por la posible sanción de 6 puntos. Todo por el
paripé ese de las fraudulentas elecciones que dispusieron los frikis del gobierno catalán. Así que lo
que tanto ha costado ganar en el césped no se podía tirar por la borda en una
tarde, y los futbolistas azulgranas decidieron jugar. Jugaron y ganaron por 3-0
a los canarios del recién fichado Ayestarán.
La política, que transformó un simple partido de fútbol en un acto
reivindicativo, también acalló el tanto de Busquets
y el doblete de Messi, vitoreados por el banquillo y cuatro gatos más, en
vez de las casi 100.000 almas que caben en el Estadi.
En lo meramente deportivo el equipo de
Valverde volvió a aburrir a las
ovejas, con la salvedad de que en esta ocasión no había ni ovejas en el coliseo
blaugrana. Ni Paulinho ni Vidal le dan la consistencia y el
dinamismo que le imprimen al juego Iniesta
y Rakitic. Esta pareja salió al
inicio de la segunda mitad con el "cerocerismo" en el electrónico y
revolucionó un choque mustio y descafeinado. Sergio inauguró el marcador a la
salida de un córner botado por Messi, y el rosarino remató la faena con dos
goles marca de la casa, que sentenciaron al conjunto de Las Palmas, que dicho sea
de paso tuvo el deplorable gesto de ponerse la bandera de España en su camiseta
solo para este partido. Lamentable, como casi todo lo acontecido en esta triste
tarde de octubre.
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