"Partidazo con estilo" se
podía leer, con riqueza tipográfica, en la portada de un periódico deportivo
catalán. No vio un servidor ni lo uno ni lo otro. ¿Partidazo?, uno normal
tirando a bueno, en el cual el FC
Barcelona jugaba contra Osasuna, el colista, oiga. ¿Con estilo?, relativamente,
porque cuando juega André Gomes de
interior el estilo, propiamente dicho, se pierde un tanto. Y eso que el medio
portugués ayer se marcó un encuentro bastante digno, eso sí le sigue sobrando
conducción. Ralentiza demasiado la circulación del esférico en un equipo de toque.
Dicho lo cual la escuadra de Luis Enrique estuvo bien si nos
atenemos a la dinámica de los últimos duelos ligueros en los que había
cosechado tres empates. Pero no nos engañemos, le costó una hora de juego
inaugurar el marcador ante un equipo que cierra la tabla de Primera, y que con
esta suma cuatro derrotas consecutivas con su nuevo entrenador, Caparrós. Y no es que no lo intentase
el conjunto culé en los primeros 45 minutos, fue muy superior a los rojillos, y
solo el acierto del guardameta Nauzet,
la mala puntería de los puntas azulgranas y los palos devengaron ese 0-0 en el electrónico.
Tras la reanudación llegó el meollo
del duelo. A punto estuvo de liarla el incisivo delantero pamplonica, Sergio León, que se topó con el
larguero en una estética vaselina. No cejó en su empeño y le siguió buscando
las cosquillas a Umtiti. En la
última media hora el más grande de todos los tiempos, Lionel Messi, destapó el tarro de las esencias. Trenzó la jugada
del primer tanto que acabó en gol de Luis
Suárez, y remató al rival con un doblete. Uno cruzándola a placer, y el
otro para la videoteca del mítico "10" rosarino y de cualquier enciclopedia futbolística que se precie, dejando sentados a
cuatro rivales a base de regates y amagues, para culminar una brillantísima
actuación en El Sadar. Otra más del
maestro Leo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario