La penosa tangana del final del partido de la Supercopa de España, brillantemente ganada por el FC Barcelona, deslució el fabuloso partido de fútbol que se disputó sobre el césped del Camp Nou. Donde destacó por encima de todos, don Leo Messi, el mejor jugador del planeta, ante el que la mayoría nos rendimos a su exquisito juego y el resto ya empieza a rendirle pleitesía, arrodillándose ante el genio argentino.
A nivel mundial ha trascendido la lamentable agresión de Mourinho a Vilanova, el portugués es una lacra para el fútbol en general y para el madridismo en particular, y de ello se ha hecho eco la prensa internacional, así como de la durísima entrada de Marcelo con afán de lesionar a Cesc. Así el prestigioso The New York Times expone en su página de deportes: “Por cosas como estas no gusta el Madrid”.
Por desgracia, ya empezamos a acostumbrarnos a sufrir las feas entradas y los malos modos de Pepe, Marcelo, Ramos y compañía, pero con todo el maremagnun creado hay una circunstancia que ha pasado prácticamente desapercibida, nos referimos al comportamiento indigno, una vez más, de Iker Casillas.
De todos es conocida la escasez de neuronas del hasta ahora capitán merengue. Ya es habitual oírle gritando e insultando a sus compañeros cada vez que le hacen un gol, lo cual cuando juega contra el Barça se reproduce muy a menudo. O verle llevándose la mano a la cara para llamar jeta al árbitro cuando la decisión no le favorece. Y el colmo ya fue en la vuelta de la Supercopa cuando una reportera le pregunta por el entradón de Marcelo y responde que: “uno del Barça que se ha tirado, como siempre”. Declaraciones indignas y cobardes, propias de alguien cortito de mente, sin criterio y de un mal deportista que no sabe perder. Dicha frase fue comentada por Morientes, el cual “sentía vergüenza como madridista”, apostillando que “le daba asco que no se quedasen a la entrega de la Copa”.
El ínclito portero de Móstoles, acostumbrado a los éxitos con La Roja, donde acompaña a ocho jugadores azulgranas, no ha aprendido a convivir con la derrota en su club, y mira que ya le tenía que resultar familiar, pero nada, no digiere bien los varapalos que le infringe el Barça una y otra vez, y esto no hace sino poner de manifiesto, su poca educación, su deficiente formación y su mala baba.