Se
nos acaban los calificativos negativos para este FC Barcelona, ante el Mallorca
podríamos volver a reiterar los: gris, flojo, apático… hablar de espesura, indolencia…
pero claro si esto ya venía siendo habitual en los últimos tiempos, imagínense
ahora sin los teóricos titulares en la medular (Gavi, Pedri y De Jong). Al
final les sacó las castañas del fuego un niño de 16 años, que en la segunda
mitad se echó el equipo a la espalda y tiró del carro como un veterano. Y es que
a Lamine Yamal le ha llegado la madurez obligatoria, porque las vacas
sagradas no dan de sí lo que se les presupone, ni por categoría y ni por salario.
Y el chaval tiene que hacerlo todo, guisárselo y comérselo, soltando un delicioso
disparo con rosca que se cuela por la escuadra para dar los tres puntos a los
suyos.
También
hay que poner en valor el planteamiento de Javier Aguirre, los
bermellones conforman una roca de granito, difícilmente penetrable. De ahí que nadie
se pueda sorprender de su presencia en la final de la Copa del Rey, se lo han
ganado a pulso. La línea de cinco en la zaga es una muralla, sin fisura alguna,
los mediocampistas sobremarcan y no paran de presionar, y hasta el
delantero centro, Muriqui, aparece presionando por todas las partes del
campo. Si a todo esto le añades poca clarividencia de los de Xavi, ayer
sancionado en la grada, pues todo se complica. Si también reservas a tu
delantero estrella, Lewandowski, que apareció para recoger el trofeo a
mejor jugador de febrero de la liga y se sentó en el banquillo, pues esto
tampoco ayuda. Así que lo normal es llegar al descanso con el “cerocerismo” en
el marcador. Máxime cuando te pitan un penalti a favor y Gündogan lo
falla.
Tras
la reanudación el Barça estuvo mejor, parece que cogió las riendas del choque y
se notó una leve mejoría, en busca de la victoria. Los azulgranas ya pisaban
área rival e inquietaban a la zaga visitante. Sobre todo Lamine, que se vistió
de héroe para desbordar en varias ocasiones por el extremo derecho, lanzar un
zapatazo al larguero, y ya en el minuto 73 anotar un gol de bella factura, que
fue lo único que no pudo parar Rajkovic, y solo acompañó al balón con la
mirada hasta que se coló por la mismísima escuadra. Los tres puntos, gracias a él,
se quedaban en la Ciudad Condal.
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