Un
correcto equipo, ordenado y sabiendo a qué jugar, se presentó en el Olímpic
de Montjuic para dar guerra al FC Barcelona. Lo consiguió con creces
Las Palmas, el equipo dirigido por el ex culé García Pimienta, un
entrenador sensato y con criterio sobre el terreno de juego y así se lo
transmite a los suyos. Al Barça del sancionado Xavi, le costó más de la
cuenta superar a los canarios, que vendieron cara su derrota, y que si no se
hubiesen visto mermados en número por la temprana expulsión de su guardameta
todavía habrían puesto más complicaciones de las que ya exhibieron en la Ciudad
Condal.
Los
azulgranas comenzaron empujando desde el primer minuto, pero los visitantes se
pertrecharon en la zaga y salían desde atrás tocándola como si un equipo de Guardiola
se tratase. El Barça tiene más pegada y eso debía ser un hecho diferenciador.
Así fue. Las mejores ocasiones las tuvieron los locales. Un remate de Lewandowski
se estrelló contra el larguero, e incluso Raphinha marcó un tanto,
que todavía no queda clara su anulación por el VAR, gol anulado de forma “tiquismiquis”
total. Si el Barça había sido mejor la primera media hora, con uno menos el equipo
insular se echó atrás y la superioridad culé se incrementó bastante. No obstante,
el 0-0 imperó al descanso.
Tras
la reanudación el Barcelona volvió a la carga en busca del tanto de la victoria.
No lo encontraba, así que entraron Joao Félix y Ferrán en busca
del gol. El portugués estuvo más inspirado que el valenciano, de hecho, suyo
fue un maravilloso pase-asistencia, que Raphinha remató de cabeza por toda la
escuadra. Fue un gol de bella factura que se produjo en un bellísimo slow motion.
El propio “O Menino” tuvo el de la sentencia, pero su disparo frente al portero
se topó con la madera. Al no materializarse este gol cantado, tocó sufrir hasta
el final. Dio fe de ello Moleiro con un remate en el área que rozó el
poste. Pero la victoria se quedó en Barcelona y la presión pasa ahora a la
capital, aunque con un Athletic Club pensando en la Copa poca esperanza hay.