Empató el FC Barcelona en Los
Cármenes, un 2-2 insuficiente para un equipo que aspira a ganar LaLiga.
Se vio un Barça con mordiente y con ansias de triunfo, pero los fallos
puntuales le condenaron a esa pérdida de dos puntos en Granada. Una
ciudad que está en la primera plana mundial tras recibir en una cumbre a los
líderes de la Unión Europea. Y mientras los máximos mandatarios, casi 50 líderes,
vinieron a la capital andaluza a trabajar y pasarlo bien, el Barcelona solo
venía a lo primero. A pesar de sus numerosas y relevantes bajas, el último en
caer fue Lewandowski, se pusieron el mono de faena y solo la mala
lectura de Gavi a los 17 segundos y los destellos de calidad de Bryan
Zaragoza no permitieron sacar la victoria que se buscaba contra el
penúltimo clasificado.
Algunos aún estaban buscando su asiento
y otros no habían ajustado bien el volumen de la televisión cuando Bryan ya
había castigado con gol una pérdida garrafal de Gavi. Y eso que el saque
inicial lo realizaron los catalanes. Los visitantes se sobrepusieron
paulatinamente, y con altísima posesión de balón dominaron y encerraron a los de
Paco López y su defensa de cinco, o de nueve según se mire, pues salvo Boyé
y Bryan los demás conformaban una zaga férrea y consistente. El control de los
azulgranas y su consiguiente acercamiento al área rival no fue obstáculo para
que Bryan le hiciese un traje a Koundé y anotase el segundo. El asunto,
que ya pintaba mal, tornó a grave. Hasta que al filo del descanso Lamine
Yamal acortó distancias, anotando a placer el tanto que lo convierte en el
jugador más joven de la historia en anotar en liga, con 16 años y 87 días.
Tras la reanudación los locales
siguieron defendiendo a ultranza, mientras los culés acumulaban posesión y varios
ataques con peligro. Ferrán fallaba más de lo habitual, y no hacía
olvidar a Lewy. A Xavi no le quedaba un solo delantero sano en el
banquillo, así que tuvo que tirar de Romeu y Sergi Roberto,
cambiando posiciones para tratar de agitar el duelo. Gundogan y
Araujo probaron a André Ferreira sin suerte. El gol del empate, obra de
Sergi Roberto, llegó precedido de una muestra de los valores del madridismo:
dos de sus canteranos, Vallejo y Callejón, dieron una lección de
cobardía y mostraron al mundo lo barriobajero de su talante, tirándose ambos y
haciendo teatro para simular falta y provocar que el árbitro anulase el gol.
Quedaron retratados gracias a las numerosas repeticiones, enseñando al mundo
que hay jugadores como Callejón que no merecen estar en este maravilloso mundo
del fútbol, y que tienen que ser sancionados y alejados de este noble deporte. Por
lógica pura y dura: nobleza y vileza no encajan. Pero aún hubo tiempo para una
polémica mayor, Joao Félix marcó de cabeza el tercero, pero al VAR y al
árbitro les dio por anularlo, alegando que interfería Ferrán, que estaba en
fuera de juego. No podemos estar de acuerdo en ningún caso, el delantero valenciano
estaba lejísimos de poder alcanzar el balón. Pero quizás el empate era lo más
justo tras lo visto en los 90 minutos de juego.
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