El FC Barcelona dejó escapar la
victoria en el Estadi Olimpic frente al Madrid (1-2) y delante de
los Rolling Stones. Los blancos se llevaron los tres puntos de forma injusta,
si se puede hablar de justicia en el fútbol, ya que los de Xavi fueron
mejores y tuvieron más ocasiones que su eterno rival a lo largo y ancho del
duelo. Incluso dos disparos a los palos pudieron haber significado la
sentencia, o mismamente si el ínclito Gil Manzano (colegiado insigne donde
los haya, que ha expulsado a jugadores culés a porrillo: Messi,
Luis Suárez, Neymar, Lewandowski, …) hubiese tenido bemoles para sancionar
el clamoroso penalti que le hicieron a Araujo al filo del descanso.
El Barça hizo más méritos que de Ancelotti
para conseguir el triunfo, dominó, jugó mejor, minimizó a Vinicius y
al Madrid en general, se adelantó en el marcador de tanto tempranero de Gundogan,
inclusive Gavi hizo un marcaje férreo sobre la estrella madridista, Jude
Bellingham, pero este con dos zarpazos demoledores en los instantes finales
rubricó la victoria del Madrid. Descomunal el zambombazo que se sacó de la
manga el inglés para el primero y toda la suerte del mundo en el segundo,
cuando Modric le asistió sin querer tras un errático control. Antes Gavi
y Fermín se habían zampado a la medular visitante y Ter Stegen
deambulaba tranquilo por su área ante las pocas llegadas de los madrileños.
Tras la reanudación el decorado no
cambió demasiado, salvo que los azulgranas perdieron un poco el control, e
instintivamente se replegaron. El Madrid, sin hacer nada del otro mundo, empujaba
algo, pero era normal yendo abajo en el electrónico. El que perdona lo acaba
pagando, así reza el dicho futbolero. Y el derechazo de Bellingham pilló
descolocados a todos, espectadores incluidos. A buen seguro cualquier merengón
habría firmado ese empate, pero aún restaba el golpe de suerte final para que, tras
rebote, los tres puntos viajasen a la capital. Con todo mucho mérito para un
Barcelona mermadísimo, con muchos lesionados, que fue capaz de someter al
Madrid, aunque no por ello la derrota duela menos. No obstante, ese es el
camino a seguir.