El
FC Barcelona cedió dos puntos en los instantes finales en
Balaídos, para acabar empatando con el Celta (2-2) y
al tiempo descolgarse definitivamente de LaLiga. Fue un duro
golpe para los azulgranas en el minuto 88, cuando una falta lanzada
magistralmente por Aspas, con la inestimable colaboración del
nefasto Griezmann, que se ladeó en el extremo de la barrera,
puso la definitiva igualada en el marcador. Un tanto que daba un
punto vital para los celestes en su lucha por la permanencia y dejaba
en la lona a un Barça que sigue sin la fiabilidad de la que venimos
hablando en los últimos tiempos. Mallorca, Leganés, Sevilla y
Bilbao ya habían apreciado lo endeble del equipo culé.
La
primera mitad de los de Setién fue de lo mejorcito que les
hemos visto en esta época post-coronavirus. Se vio un avance en el
juego, en la triangulación, en la presión, en el control del tempo
del partido, e incluso en la actitud. El lastre es que no hay una
continuidad durante más tramos del choque, y al equipo le van
pesando el paso de los minutos y… de los años. Y eso que se metió
frescura de inicio, con Ansu Fati y
Riqui Puig, pero tuvo que ser el de siempre, el más grande de
todos los tiempos, Lionel Messi, el que a sus recién
estrenados 33 años, diese dos asistencias de gol y tirase del carro.
La primera para Suárez, que volvió a marcar tras cinco meses
por la lesión, e inauguraba el electrónico, dejando a los suyos con
ventaja al descanso. Antes podían haber marcado Piqué de
testarazo al larguero y Brais Méndez, pero entre Ter
Stegen y el poste lo evitaron.
Tras
la reanudación los de Óscar García igualaban la contienda,
tras dejar en paños menores a la defensa catalana en una contra.
Umtiti está irreconocible, lento y sin contundencia.
Smolov solo tenía que empujarla. Volvió al conexión
Messi-Suárez, el uruguayo pivotó, tras pase del rosarino y la cruzó
al palo largo de la meta defendida por Rubén. Todo parecía
encarrilado, pero un piscinazo de Rafinha en los minutos postreros,
dio lugar a una inexistente falta que Aspas transformaba por
el lado que no debía pasar el esférico. Con esa diana el Barça se
dejaba media liga en Vigo.
Mención
especial para el ínclito Rafael Alcántara, alias “Rafinha”, un
brasileño mediocre, mal jugador y peor persona, que siendo criado en
la cantera de La Masía, habiendo recibido formación y dinero en
cantidades desorbitadas por parte del FC Barcelona, con el agravante
de estar la mayor parte de su carrera lesionado, se lo paga al equipo
de toda su vida, al cual pertenece aún, con un piscinazo en el
último minuto del partido, para robarle media liga a sus compañeros
azulgranas y al club al que le debe todo. Hay que ser miserable,
señor Rafinha, pero que muy miserable.