Sufrió
el FC Barcelona lo indecible para amarrar los tres puntos en
el Camp Nou (2-1) ante un Villarreal que salió dormido
y solo despertó con el zambombazo de Cazorla. El culé se
las prometía muy felices cuando al cuarto de hora el Barça dominaba
por dos goles a cero. Pintaba otra goleada en casa. Otra posible
manita se vislumbraba en el horizonte. Nada más lejos de la
realidad, el submarino amarillo espabiló a tiempo e hizo temer lo
peor en el Estadi, porque todo lo que no fuese un triunfo
presagiaba música de viento en la Ciudad Condal.
Tras
el varapalo de Granada emergió el tridente de inicio, por primera
vez en la temporada. La conexión Messi-Griezmann se inauguró
con un córner lanzado por “The Best” y cabeceado por el galo.
Corría el minuto 6 y todo se ponía de cara. Los locales controlaban
el ritmo del duelo y se encontraban con un zapatato desde fuera del
área de Arthur, en el que Asenjo solo pudo hacer la
estatua. Los de Valverde recularon y perdieron el control.
Poco a poco los castellonenses iban templando e hilvanando juego. El
fruto lo recogieron en el último minuto antes del paso por
vestuarios. Con un “cazorlazo” desde fuera del área, ante el que
Ter Stegen pudo hacer algo más, acortaron distancias.
La
mala noticia venía en forma de pinchazo en el abductor de Messi, que
ya no aparecería en el segundo acto. Dembélé, tras 40 días
lesionado, lo sustituyó. Salió fulgurante la gacela francesa, pero la
gasolina solo le duró diez minutos. Tuvo tiempo para dar dos
asistencias espléndidas que fueron desaprovechadas por Griezmann y
por un nefasto Luis Suárez, que fue reemplazado, entre pitos,
por Ansu Fati. El joven guineano se volvió a ganar a la
afición, puso la chispa, desplegando más fútbol y peligro en 15
minutos que todos los delanteros azulgranas en 90. La victoria deja
un tanto de serenidad, pero queda mucho por mejorar, y ahora, sin
Leo, va a ser un tarea excesivamente ardua.
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