El
FC Barcelona se reencontró con la victoria fuera de casa tras
seis largos meses de sequía. Los culés se impusieron por 2-0 en el
Coliseum ante un Getafe, que dista mucho del sólido y
aguerrido de la pasada campaña. En dar patadas siguen ocupando la
primera posición de la tabla, pero en lo demás han descendido un
peldaño. Los de Valverde tampoco desplegaron un fútbol inherente al ADN blaugrana, pero al menos obtuvieron un triunfo merecido que
era susceptible de conseguirse para continuar en la pelea por la Liga.
Con
los lesionados Messi, Ansu Fati, la baja de última hora del
eterno lesionado Dembélé, y la incomparecencia de Griezmann
en los 75 minutos que disputó, el Barça tuvo que ponerse el mono de
faena y sobreponerse a las elevadas temperaturas madrileñas a la
hora de la siesta. Así les bastaron con unas pinceladas de Ter
Stegen y de Luis Suárez para culminar la gran obra que
suponían los tres puntos a domicilio. El sobrio guardameta germano
salvó a los suyos en un mano a mano con Ángel y al rato se
permitió el lujo de dar una asistencia al killer uruguayo
para inaugurar el electrónico justo antes del paso por vestuarios.
Tras
la reanudación Bordalás movió el banquillo, pero no pudo
verificar los resultados del cambio puesto que Carles Pérez
empalmó un zurdazo, que Soria no supo alejar de sus
dominios, lo que aprovechó Junior Firpo para poner la
puntilla. Los visitantes controlaron más el esférico, a la vista
del marcador, pero el partido se volvió bronco, un carrusel de
faltas, refriegas y tarjetas -entre ellas dos para Lenglet,
que dejó al Barça con diez- afearon el pobre juego desplegado sobre
el césped. A pesar de todo el conjunto barcelonista consiguió un
doble objetivo: ganar fuera y mantener la portería a cero.
Circunstancias ambas que le hacen más identificable como el actual
campeón de liga que es.