Dos
chispazos de Lionel Messi dieron al FC Barcelona la
clasificación para octavos como primero en el grupo de la muerte de
esta edición de la Champions League. Ni el Inter, ni
el Tottenham, ni tampoco el PSV han
conseguido frenar el talento de Messi para evitar el pase de los
culés. El propio equipo holandés, que cayó ayer en su Philips
Stadion de Eindhoven, ha sufrido en sus carnes la
clase del número uno mundial. Leo les ha endosado cuatro goles en
dos partidos y ha sido clave en ambos duelos para que los hombres de
Van Bommel no rascaran puntos en el Camp Nou ni en su
propio feudo.
El
equipo rojiblanco, a pesar de caer por 1-2, puso en muchos apuros a
la zaga culé. Que quedó desbordada por las oleadas ofensivas de los
locales. Hasta 23 veces dispararon contra la portería de Ter
Stegen, al que se le multiplicaba el trabajo pues 9 de ellas
fueron entre los tres palos. Y por si fuera poco cuatro veces se
estrellaron contra los postes. Este vendaval de ocasiones no lo supo
contener la blanda defensa blaugrana. La llegada del descanso fue
como un oasis en el desierto, pues el 0-0 sabía a gloria bendita.
Tras
la reanudación siguió la misma tónica, solo que ahora Messi se
echó el equipo a la espalda y en una de sus jugadas de eslalon tiró
una pared con Dembélé e inauguró el electrónico entre
cuatro contrarios a la hora de juego. Y diez minutos después una
jugada a balón parado que parecía propicia para un gol de falta de
Messi, acabó en un mal disparo que Piqué desvió a las
mallas de Zoet. El PSV siguió creyendo, a pesar de la diferencia en
el marcador y en la entidad del rival, y encontró el gol en los
minutos postreros, cuando De Jong, posiblemente el mejor
rematador de cabeza de Europa, borró el injusto cero en el marcador
de los suyos. Ya era tarde para otra cosa y el Barcelona se clasificó
para octavos como primero a falta de la última jornada.