El
FC Barcelona está decaído. Se le nota con la depre
post-Neymar. Cayó en su propio feudo (1-3) ante un Madrid que
funciona maquinalmente y que no encuentra rival en este 2017. Si el
único que le había plantado cara fue el propio Barça en liga,
ahora parece que se queda sin enemigos competentes que puedan hacerle
sombra. Se muestra intratable y lo mismo le da jugar con once que con
diez.
Los
de Valverde perdieron en el electrónico, en el fútbol, en la
medular, en la creación, en la iniciativa,... en tantos y tantos
registros que se ahogaron en su propio césped. Ese que no hace tanto
les contemplaba dominar y subyugar a los contrincantes.
Este
Madrid no es el mismo que los azulgranas se encontraron hace unos
días en Miami, este el de Zidane, que poco a poco va poniendo su
rúbrica en este conjunto, antes deslavazado y ahora temible en todo
el continente. Isco y Kovacic, no hace tanto medio suplentes, ahora
salen en el once y juegan de maravilla.
El
0-0 con el que se llegó al descanso no hacía presagiar el carro de
goles que llegarían en el segundo acto. Piqué anotó en propia
meta, a pesar de ello fue de los que tiró del carro durante los 90
minutos. Messi empataba de penalti cometido sobre Suárez en el 77.
Faltaba por llegar el tramo loco del clásico. Gol a la contra del
Cristiano, que acababa de salir y autoexpulsión del portugués, por
ser "muuuu tonto". Asensio, con un golazo
a la escuadra, sentenciaba el partido, la eliminatoria y más de
media Supercopa de España.
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