Derrotó el FC Barcelona a un correoso Villarreal
por 4-1. Era el partido más complicado de los que le restan al conjunto culé.
No en vano el equipo amarillo había empatado en el Bernabéu y ganado en el
Calderón. No fue un triunfo fácil, a pesar de lo que indica el marcador final.
La clave estuvo en el gol de Messi en
la última jugada de la primera mitad. Siempre pesa como una losa ese tanto
postrero, pero si además el árbitro pita el final sin dejarte sacar de centro...
eso ya escuece hasta el extremo.
El Barça con el once de gala, excepto
Jordi Alba, dominaba al rival, pero sin profundidad ni disparos a la puerta de
Andrés Fernández. Los castellonenses, ordenados en defensa, contraatacaban con
peligro, gracias a la velocidad de Bakambu.
Pero sería Neymar, tras jugada de
Leo, el que inaugurase el electrónico a la media hora de juego. No tardó el
contrincante en responder, el propio Bakambu igualaba la contienda, diez
minutos más tarde, tras raudo contragolpe que pilló en bragas a Piqué. Lo arreglaba Leo, con una diana
psicológica en el 45, tras jugadón marca de la casa. De esos que tiene
registrados el rosarino con regates continuos y hacia la izquierda. Made by Messi.
Tras la reanudación llegó el huracán
Neymar. El brasileño estuvo desatado en el Camp
Nou, con regates de salón y virguerías de alta escuela, que desarbolaron
por completo a la zaga del Villarreal. Un displicente Suárez hacía el tercero, el de la tranquilidad que había comenzado Sergi Roberto con otra galopada de las
suyas. Neymar siguió levantando al Estadi
con sus malabarismos, y Messi rubricó su gran actuación con un gol de
penalti a lo Panenka. Y así un
partido más, o menos según como se mire, el Barça continúa alimentando esa
pequeña llama que queda del título liguero.
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