La 29ª Copa del Rey ya está camino de
las vitrinas del FC Barcelona. Fue
la tercera copa consecutiva que gana este equipo de leyenda, que pese a no
tener una temporada brillante ha sabido dejar un buen sabor de boca a la
afición con las consecución de un título. Un título que a muchos no nos sirve
de consolación pero que pone un buen broche al adiós de Luis Enrique como entrenador azulgrana. El asturiano se va tras un
trienio en Can Barça, dejando 9
trofeos en el Museu y llevándose el
cariño de la parroquia culé.
Esta partido contra el Alavés no empezó de la mejor manera
para los catalanes, Mascherano se lesionó a los 7 minutos tras un choque de
cabezas. Tiene la negra el argentino con las finales de Copa, ya tuve que
abandonar la de 2016 en el mismo escenario, el Vicente Calderón, en aquel caso por expulsión. El Barça dominaba a
los vitorianos, que se defendían muy replegados, sin crear excesivo peligro,
pero ya parecía vislumbrarse que esta final se finiquitaría cuando decidiese Messi. Así fue. El megacrack mundial tomó la batuta y dirigió a los suyos con esa
maestría innata en el rosarino. Jugando y haciendo jugar. A la media hora, tras
pared con Neymar, nos dejó uno de
esos golazos ajustados al palo que solo él sabe colocar.
No se vino abajo el conjunto de Pelegrino, y un zurdazo de falta de
Theo igualó la contienda. Con las tablas en todo lo alto, parecía que la
victoria se dirimiría en el segundo acto, pero en el minuto 45 de nuevo
apareció Messi para iniciar una jugada, que acabaría Neymar con el segundo
tanto, y en el 48 todavía hizo más el número y mundial, regateó a unos cuantos
blanquiazules para filtrar un pase a Alcácer
que significó el 3-1 y la sentencia definitiva.
Tras la reanudación el electrónico ya
no se movió. El Barça contemporizó y el Alavés trató de acortar distancias sin
éxito, no pudiendo evitar que Iniesta levantara la Copa que ponía el cierre al
estadio Vicente Calderón y permitía al Barcelona maquillar una temporada un
tanto parva para lo que nos tienen acostumbrados.