Al
igual que el vicio al tabaco o a los juegos de azar, los robos del Real
Madrid se han convertido en un vicio más. Se roba una vez, luego otra y otra,
y así desde el principio de los tiempos. El último acaeció en un Madrid-Barça, que
ya es el colmo de la desvergüenza. Un FC Barcelona que se hizo acreedor de
la victoria en el Bernabéu, salió trasquilado y robado del estadio madridista,
cayendo por 3-2. Todo gracias al enésimo atraco perpetrado por un árbitro, Soto
Grado, dos jueces de línea, y toda una sala del VAR. Cuando creíamos que el reciente robo al Almería en el el Bernabéu del 21-01-2024 no se podía superar… se superó
con creces. Con el agravante de que en este caso había nocturnidad, alevosía y
que estaba en juego el título de Liga. Fue otro partido más para la historia
negra del Madrid, como ya calificó el madridista número 1, Alfredo Relaño.
El
Barça, dado que solo le valía la victoria, salió a por ella con determinación. De
hecho, se puso dos veces por delante en el marcador, pero de nada vale eso en
el feudo blanco. Allí estaban para echar por tierra esas ventajas todos los
árbitros designados para perpetrar este atentado contra el deporte. Pitaron un
penalti inexistente, ya que Lucas Vázquez da un golpe a la pierna inmóvil
de Cubarsí, un tropezón voluntario, (confirmado por Mateu Lahoz, exárbitro
que no es para nada dudoso, pues ya birló una liga al Barça en la última jornada
para dársela al Atlético de Madrid). Anularon un gol legal del Barça, que
traspasa completamente la línea de gol, pero que casualmente no se pudo
confirmar, no estaba la cámara apropiada para ver cómo Lunin se comió el balón
desviado por Lamine Yamal. Lástima que haya más cámaras en Getafe que el
flamante nuevo Bernabéu. Con estas dos actuaciones arbitrales aberrantes ya valía
para denunciar el robo en la primera comisaría de La Castellana, pero aún hubo
más, como el penalti de Rudiger a Fermín, que cuando se colaba
directo a puerta, recibió un caderazo terrible, olvidándose del balón. Y también se puede hablar largo y tendido
sobre la roja a Camavinga cuando Lamine Yamal se iba solo hacia el portero,
el defensor era el último jugador, y por mucho que el árbitro lo dejase en
amarilla porque Valverde estaba cerca, es otro error grave, porque el uruguayo nunca podría
haber evitado el disparo de Lamine frente a Lunin, luego era ocasión manifiesta de gol: tarjeta
roja.
Y
LA HISTORIA NEGRA DEL MADRID SIGUE CRECIENDO CADA DÍA. Y en este caso -la liga
la tenían en el bolsillo- no era necesario recurrir al robo, no era necesario
someterse a este desprestigio, un desprestigio a nivel mundial, pero… ya es un vicio.
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